Benedicto ¿el irresponsable?

1237380061_352538_fotonoticia_normal_21Mientras aquí desayunamos con la molesta campaña del niño y el lince, el Papa Benedicto XVI, apenas aterrizado en tierras africanas, se descuelga con que «el sida no se superará con la distribución de preservativos, que no hacen otra cosa que aumentar los problemas». ¿Irresponsabilidad? No. Irresponsabilidad es cuando alguien lo suelta con los amigos en la barra del bar.

Cuando uno tiene convencidos a millones de personas de que su palabra es la de su dios, cuando para darle altavoz muchos estados le financian sus lujos y los de los suyos con el dinero de los ciudadanos, uno no puede tan alegremente mentir, si con ello va a provocar la muerte de cientos de miles, millones de personas.

Por mucho menos, aquí mismo puedes estar unos años a la sombra por un delito de apología del terrorismo. Lo que hace Benedicto es apología de la muerte. Con todos los agravantes: abuso de posición dominante y falsedad.

Es lícito que puedan defender, él y los suyos, que la maldad intrínseca del preservativo justifica su no utilización, asumiendo el coste en número de vidas. Lícito aunque aberrante. Pero no lo es falsear una realidad científica –la de que generalizar el uso del condón es eficaz en la lucha contra el sida – para imponer una moral que acarrea sufrimiento, muertes y dolor a un continente entero. No se nos ocurre nada que se parezca más a la apología del genocidio. O al genocidio mismo.

No consta que los editoriales de los principales periódicos hayan dado hoy la voz de alerta. A todos nos parece lo más normal del mundo que un líder espiritual de occidente pueda, con unas declaraciones interesadas, retrasar la erradicación del sida varios años. Y causar muertes, infligir dolor, aumentar la desesperanza de los más desfavorecidos. No nos equivoquemos, esto es marketing puro: los fanatismos y las sectas saben bien que la felicidad y el bienestar no son el mejor caldo de cultivo para extender sus ideas y su poder.

La campaña

Y coincide esto con la campaña puesta en marcha en nuestro país y con nuestro dinero –es y será así mientras la Iglesia siga recibiendo fondos del estado para sus intereses–, encaminada a bloquear la reforma de la ley del aborto.

La dirección de arte es anodina, rancia, inaceptable desde el punto de vista gráfico y tipográfico. Más propia de un folleto de promoción para una guardería que de la organización con más adeptos del país, muy por encima del RACE o del Real Madrid.

Más allá de los aspectos formales, la estrategia es dudosa: establecer el paralelismo entre un feto, torticeramente suplantado por la imagen de un niño gateando, y un lince ibérico, confunde mucho más que sugiere o aclara. ¿Acaso nos importan mucho los linces? Tampoco parece que el eslogan pueda afectar más allá de quienes ya están convencidos: «Protege mi vida» es una obviedad, no un argumento. Finalmente, el debate, no se sabe si intencionadamente por parte de los promotores de la reforma de la ley, se ha centrado en un aspecto lateral del proyecto, aunque especialmente sensible para la gente: la edad donde se pone el límite entre la decisión de la madre y la de sus padres. Con ello, el debate que gustaría a los antiabortistas, el de resucitar la disyuntiva «aborto sí, aborto no», apenas se ha producido. No sólo porque ya lo tuvimos hace veinte años, sino porque el otro, el de la decisión de las madres adolescentes, se presta mucho más a la dialéctica y a la discusión. Un asunto espinoso al que no les conviene darle mucha cancha: difícilmente podrá argumentarse que la decisión es de los padres cuando la niña quiere abortar, sin aceptar el supuesto contrario: cuando es la joven madre quien desea continuar con el embarazo, ¿dejaremos que sean los padres quienes tomen la decisión de interrumpirlo?

En cualquier caso, lo que más rechazo produce a muchos ciudadanos no es la campaña en sí, sino la certeza de que con el dinero del contribuyente se financia una campaña cuyo objetivo es presionar al legislador para restringir unas libertades que nos hemos dado entre todos.

ALVARO SOBRINO | EDUARDO BRAVO en Soitu

3 respuestas

  1. El cachorro de lince que aparece en la campaña publicitaria de la Conferencia Episcopal contra el aborto no corresponde a un ejemplar de lince ibérico, sino a un lince euroasiático o boreal, según han confirmado a Efe científicos del programa para la conservación del lince ibérico.

    EFE Estos expertos, que han rehuido polemizar sobre el fondo de esta campaña publicitaria, sí han coincidido en destacar que el cachorro que aparece en los carteles mostrados por la Conferencia Episcopal no corresponde a un lince ibérico sino a un lince boreal, una especie que no existe en España.

    Esta campaña episcopal está ilustrada con un cartel que muestra a un bebé al lado de un cachorro de lince ibérico, especie protegida en España por su vulnerabilidad, sobre el cual está impresa la frase «Lince protegido».

    El bebé pregunta: «¿Y yo?…», tras lo cual pide «u00A1Protege mi vida!», todo ello junto con fotos del feto en sus distintas fases.

    Los científicos del programa de conservación del lince ibérico han explicado que aunque los cachorros de las diferentes especies de este felino son muy parecidos, el utilizado para esta campaña publicitaria es, sin duda, un ejemplar de lince boreal o euroasiático.

    Los ejemplares de esta especie son mucho mayores que los linces ibéricos, presentan un color más pálido y el moteado de su piel resalta menos que en la especie ibérica, considerada la de mayor peligro de extinción entre estos felinos pues apenas cuenta con algo más de doscientos ejemplares repartidos entre Sierra Morena y Doñana.

    Esta campaña de la jerarquía eclesiástica ya fue criticada el pasado martes por el director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), Fernando Hiraldo, quien dijo a Efe que la consideraba «poco ética, de mal gusto y de poca decencia».

    El máximo responsable de la EBD, centro adscrito al CSIC que impulsa y asesora desde hace décadas políticas para la conservación del lince ibérico, añadió que esta campaña -«de la jerarquía eclesiástica, que no de la Iglesia Católica», ha matizado»- supone, en su opinión, «un gran desprecio, innecesario además, hacia los esfuerzos que toda la sociedad está haciendo para defender la biodiversidad».

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  2. El debate no es que sea el lince sea ibérico o el boreal, cualquier español que vea este cartel entenderá el mensaje, lo de menos es la foto, como si ponen a mi gato.
    ATENCIÓN: esta no es la noticia, la noticia es que las mujeres van a ver en forma de ley un derecho ya subyacente en la sociedad desde hace años.
    Un lince es un lince, no se puede hablar de especies sino de subespecies. Vamos, que vino es todo, pero te puede gustar más el rioja, el oporto o el burdeos, pero si dices que te gusta el vino, aciertas fijo.

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  3. Otra cosa: no me gusta reconocerlo, pero el papa Benedicto tiene razón: el mejor profiláctico y la mejor manera de no contraer el sida es la abstinencia sexual. Pero, «el que esté libre de pecado que tire la primera piedra…». No sé el salmo, versículo o lo que sea, pero sé que está en la biblia. Para el que no lo entienda, viene a decir qué es lo ideal, pero santos hay pocos y la carne es debil. Y el /la que tiene anticuerpos sigue teniendolos después de confesarse. Y ojalá no tenga una mujer, novia, amiga / hombre, marido, novio que se gane el cielo por las imprudencias de su pareja.

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