Nuestro amigo Luis Torti me ha enviado una extensa misiva relatando algunos de sus recuerdos en aquellos felices años para todos nosotros.
Para no hacerlo excesivamente cansino lo voy a repartir en varios escritos, escritos que espero seguir ampliando a medida que me encie más relatos.
Aquí va la primera parte.
El pueblo, sus gentes y entorno
El Castillejos que quiero reflejar es producto de lo que conservo en mi memoria y lógicamente es “mi Castillejos” por lo que, puede que no coincida con la de otros, pero si en lo esencial que procuraré sea totalmente correcto, como la situación y descripción de las calles y casas. Seguro habrá algunos olvidos e inexactitudes en cuanto a viviendas quienes las habitaban y muchos nombres, tanto de personas como de lugares concretos, que por edad, en aquellos momentos, no le dabas importancia y el paso de los años ha ido difuminando quedando en la memoria los que mas cercanos estuvieron en mi vida de entonces ,sin desdeñar al resto, que tuvieron una incidencia más circunstancial.
Viniendo de Tetuán, después de dejar atrás el campamento militar de Dar Riffien, sede de la fundación del glorioso cuerpo La Legión, por una larga y suave pendiente se llega a una pequeña meseta llamada Condesa (en honor de la esposa del Gral. Prim) ocupada totalmente por un destacamento de legionarios formado por varios barracones , una pequeña explanada con una cruz en honor de los caídos y un mástil donde mañana y tarde se izaba o arriaba la bandera en un ritual castrense al sonido de una bien timbrada trompeta. En la parte este, en un escarpado terraplén- acantilado, da al mar, solo interrumpido por un estrecho pasillo paralelo al agua, por donde circulaba 2 ó 3 veces al día, un par de vagones de un tren de vía estrecha que comunicaba Tetuán con Ceuta haciendo paradas en los núcleos poblados a lo largo del recorrido, en unas pequeñas estaciones de arquitectura hispano-marroquí muy pintorescas.
Desde la situación estratégica del destacamento se dominaba el valle que forma el río-torrente Fnideq que desemboca en el mar a los pies de la meseta. El valle estaba protegido, a finales del sigloXIX, por unas torres-vigías, construidas en las cimas de las montañas circundantes dando, estas construcciones, nombre a una importante batalla (de los Castillejos) ganada por el Gral. Prim a las huestes marroquíes levantadas en rebeldía ante la presencia de los españoles. Años más tarde, la pequeña población que nació en el valle, tomó el nombre de Castillejos.
…Si viniendo de Ceuta la primera impresión destacable es el magnífico edificio de La Aduana, la visión de Castillejos, desde la entrada opuesta, viniendo de Tetuán, era realmente preciosa. La vista que se extendía ante nuestros ojos desde la altura de la carretera en Condesa era, francamente, una bonita postal.
En primer plano, el cauce del río-torrente seguido de un esplendoroso verdor producido por unas extensas huertas separadas por vallas de altas cañas que, prácticamente ocupaban buena parte del valle hacia el interior. En el inicio una construcción semejante a un cortijo y a continuación, un reducido conjunto de casitas blancas que se extendían desde la orilla del mar, hasta una pequeña loma coronada por un bosquecillo. Del conjunto de casas sobresalía por su altura e importancia : La estación del ferrocarril, la mezquita, la iglesia, de las últimas casas, la ya descrita aduana, allá al fondo, cerrando la vista norte, unas suaves montañas jalonadas de algunas aisladas blancas casitas y aun lado, al este, un frondoso bosque que terminaba a orillas del mar . Finalmente, un mar de limpias aguas bañaban unas bonitas playas cuyo remate, a lo lejos, era la ciudad de Ceuta y su monte Hacho.
Iniciando la bajada por la cuesta de Condesa, casi a la mitad de ella en la margen dcha., existían un grupo de unas tres casas alineadas paralelas al a carretera a un nivel un poco mas elevadas, donde vivía Salvador Santos con su esposa y dos hijos pequeños .Trabajaba como chófer de un camión donde trasportaba la leche y otros productos de una hermosa granja poseedora de prácticamente todo los cultivos del valle. En las otras casas, no recuerdo quienes eran sus inquilinos. (Agradecería información).
Al final de la cuesta un puente amplio salvaba el lecho del río-barranco que durante la mayoría del año tenia su cauce totalmente seco pero, en la época de las lluvias, bajaban las aguas de forma torrencial llenando por completo el cauce del río y con una violencia tal, que el puente, en más de una ocasión, sufrió en su estructura la fuerte embestida de las aguas causando su destrucción y con ello, la tragedia de algunas muertes y la inundación de las primeras casas del pueblo.
Pasado el puente, la pendiente se hacia suave hasta llegar a ser totalmente llano coincidiendo con la bonita presencia de la estación del tren ,instalada a la entrada del pueblo algo apartada de la carretera. Al lado, pero separada de la estación, estaba la casa del jefe de estación. Frente, un poco más adelante, otra hilera de tres o cuatro casas de una sola planta donde, una vez mas, no recuerdo quien vivía.
En los primeros años de mi estancia en Castillejos, la carretera continuaba recta hacia el interior del pueblo, entrando por el sur y saliendo por el norte, siendo la propia carretera, la calle principal del pueblo pero después de unos años, entre la estación y estas primeras casas, se rellenó de tierra un amplio redondel hasta una altura que alcanzara una especie de muralla que en un buen tramo separaba el pueblo de la playa y que seria, en un futuro no muy lejano, el trazado de la nueva carretera hacia Ceuta evitando el paso del tráfico por el centro del pueblo. Justo el desvío se haría a través de este nuevo terraplén que dejaba algo oculta la vista de la estación, y a las casas primeras, por debajo del nivel de la carretera. Como consecuencia de este nuevo trazado, la entrada y salida de Castillejos a Ceuta implicaba tener que subir o bajar, según de donde vinieras, una amplia curva con una suave pendiente, mientras los que iban a Ceuta desde Tetuán y viceversa, lo hacían enlazando una carretera con la otra, directamente, por el lado más próximo a la estación.
Inmediatamente se iniciaba la tapia de la mezquita que también se vio algo encerrada por la parte sur, cuando se construyó el terraplén pero, a pesar de todo, no le quitaba belleza y armonía al conjunto blanco formado por la pequeña nave de oración adosada a un esbelto, aunque no muy alto, minarete o alminar desde donde el almuecín, con potente voz, convocaba a la oración cinco veces al día.”¡Alá es grande!”, “¡Alá es grande!”……etc., etc.
La tapia que cercaba la mezquita estaba separada de la carretera unos cuatro metros. Por un pasillo de .tierra se llegaba a la entrada abierta en la tapia. Antes de llegar al hueco que servia de entrada, a un par de metros, se iba metiendo hacia adentro un poco y subía en una suave pendiente por encima de la línea normal de la tapia. Pasado el hueco de la entrada tomaba la misma forma hasta enlazar con el nivel del resto de la tapia. Así quedaba destacada por donde se accedía a un amplio patio de tierra con un pasillo enlosado desde la entrada hasta la puerta de la mezquita que lo dividía en dos partes. En una de esas partes, la más cercana a mi casa, cuando llovía, se formaba un gran charco que parecía una laguna. En la otra división, al borde de la tapia que daba a la carretera, crecía un grupo de árboles y a unos 10m. una construcción rectangular daba cobijo a una escuela donde los niños nativos asistían a clase y desde mi casa los oía como cantaban, monótonamente , las distintas materias de la enseñanza normal y en una cantinela, agradable y melodiosa, los versículos o “aleias” que formaban las “suras” contenidas en el libro sagrado el Corán.
Recuerdos de Castillejos (فندق) II, la granja de Baeza
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