Continuación de Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo I.
Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo II
Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo III
Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo IV
Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo V
Autor: Luis Torti Gil
—– E L D E S P E R T A R _____
Llevo días intentando convencerme si contarlo o guardarlo conmigo para siempre, pues hacerlo público me hará sentirme vulnerable y sentir cierta vergüenza aunque, por otro lado, es una experiencia que todos hemos vivido de una u otra manera y a mí me sucedió en Castillejos y forma parte de uno de los recuerdos más íntimos y trascendentales de mi vida y que jamás he hecho partícipe a nadie. Me gustaría lo leyeran con respeto y comprensión, (teniendo en cuenta la época y la ignorancia que sobre estos temas teníamos),sin hacer mas interpretación de lo que, de forma sincera y emotiva, trato de explicar.
Pido disculpas por si el lenguaje y la situación pueda resultar molesta para los que fueron protagonistas conmigo y a las personas sensibles con este tema, aunque he tratado de suavizar, lo más posible, tanto las palabras como los hechos.
Omitiré dar nombres, ni datos de los participantes, aunque estoy seguro que, si alguno de ellos lo lee, se verán identificados y lo recordarán, espero, con… “simpatía”.
No sé si está dentro de lo que es un juego, una travesura, una anécdota o qué , aunque tiene un poco de todo pero, lo que sí fue, una vivencia única e irreversible que cambió totalmente mi vida.
Era una de esas tardes de verano en que nos juntábamos unos cuantos amigos y no sabíamos qué hacer, ni a donde ir. Ya habíamos dado un par de vueltas paseando por la calle principal. A unos metros del estanco de Laserna había un largo banco de obra adosado en la pared y allí nos sentamos un rato un tanto aburridos. Uno del grupo, de pronto, se puso de pié y con un gesto de cabeza y del brazo dijo enérgicamente:—¡ Vamos! ¡ Seguidme !. Con bastante desgana nos levantamos preguntándonos a donde iríamos. Pasamos la farmacia y entre ésta y la fábrica de mimbres, había una casa que desde la calle, solo se veía la valla que protegía una fachada y unos interiores en estado de ruina. Llevaba muchos años en aquel estado y curiosamente, pasábamos cada día varias veces por su lado y nunca a ninguno se le había ocurrido ver lo que había dentro, ni nunca vimos que entrara o saliera nadie de allí.
El que nos guiaba se paró delante de la valla, miró a un lado y otro y se encaramó sobre la tapia y de un salto se metió dentro. Oíamos la voz del compañero invitándonos a secundarle pero estábamos algo sorprendidos y tardamos en reaccionar. Con precaución, para que nadie o los menos posibles nos viera, uno tras otro, nos encaramamos a la tapia, saltando rápido al interior. Una vez todos dentro, hicimos un reconocimiento del lugar comprobando que aún quedaban algunas habitaciones con restos de techos y tabiques pero, en general, todo eran escombros, yerbajos, maderas, latas , etc. Llegamos a la conclusión de que para llevar tantos años en ruina , no estaba tan mal.
Entre las habitaciones destrozadas había una pequeña que aún mantenía buena parte de su techo, dos paredes enteras y parte de una tercera. Daba el efecto de haber sido utilizada tiempo atrás porque habían unas piedras repartidas en forma desigual que servían de asiento sobre el suelo de tierra donde crecían algunas matas de hierbas.
Arrancamos los cuatro yerbajos , colocamos bien los pedruscos que servían de asiento y entre comentarios y bromas nos sentamos a charlar animadamente de nuestras cosas, casi siempre conversaciones triviales de muchachitos sin problemas aparentes que solo piensan en jugar y divertirse sanamente.
Uno de los seis que componíamos el grupo, sacó tres cigarrillos de tabaco rubio inglés y como no había para todos, los compartimos dando unas “caladas” por turnos-
— ¡ Mira como echo humo por la nariz!—Decía uno.
—- ¿ A que no te tragas el humo? — Preguntaba otro dando una profunda calada al cigarrillo.
Un tercero intentaba hacer aros con el humo sin conseguirlo. Todo en un plan divertido, relajado y distendido. Aquellas “fumadas” empezaron hacer su efecto produciendo suaves mareos y aumento de euforia. Entre risas y “gracias” alguien dijo:
– – ¡ A ver quién tiene más pelos en los sobacos ! —
Todos nos quedamos algo sorprendidos por la “ocurrencia”, pero uno a uno, nos fuimos levantando las camisas y camisetas enseñando nuestros sobacos. Algunos, con cuatro pelos incipientes y otros, con una ya abundante pelambrera, aunque todos, año más, año menos, rondábamos la misma edad.
— Yo tengo más que tú.—
—¡ Claro!, porque tú eres más peludo. —-
—¡ Hala , fulano, tu sí que tienes !
Así la tarde se fue animando al punto que otro, al rato, saltó preguntando : ¿ Y en los huevos?, ¡ A ver quién tiene más pelos en los huevos! Aquí la situación se puso más seria. Ya se trataba de partes más intimas y teníamos bastante pudor para mostrar según qué cosas. Pero siempre existe alguien más decidido que… s u a v e m e n t e, se abrió la bragueta de su pantalón y a través de la ranura abierta, dejo ver su pubis poblado de pelos. Poco a poco, uno tras otro, tímidamente y con bastante recato, fuimos abriendo nuestras braguetas y mostrando nuestros vellos púbicos. Durante todo el tiempo no cesaban las risas, los comentarios jocosos y comparativos. Estábamos de lleno en la broma, cuando un “valiente”, ¡de pronto! se bajó los pantalones con calzoncillos incluidos, hasta las rodillas, mostrándose tal cual, como su madre lo trajo al mundo. ¡¡ EN PELOTAS!!…. Por un momento quedamos todos sorprendidos y algo confusos, pero…aquel “heroico “ gesto nos enardeció y dejando a un lado el pudor y la vergüenza todos, excepto uno, nos bajamos los pantalones quedándonos con nuestras pelambreras y todo lo demás a la consideración de cada uno de los “jurados”.
Seguía el jolgorio, las risas, bromas y cachondeo en un ambiente alegre y festivo que nadie hubiera sospechado una hora antes. Empezábamos a estar desinhibidos sin darle mayor importancia a lo que tomábamos como un juego atrevido. Pero… se hizo algún comentario subido de tono y….uno del grupo, posiblemente con alguna experiencia, ya algo “desmadrado” exclamó:
— ¡ Mira como se me está poniendo….! — Mientras se toqueteaba los genitales.
Nos quedamos muy serios entre sorprendidos, asustados y sonrojados. Él, continuando con sus movimientos cada vez mas frenéticamente, nos preguntó extrañado ante nuestra actitud.
Pero….¿ No lo habéis hecho nunca?— ¡No me lo puedo creer!— Siguió diciendo.
-¡¡ Está muy bueno!! – comentó. Masturbándose, ya abiertamente.
¡¡ Venga cobardes, probadlo!! – Insistía.
No daré más detalles pero, excepto uno, todos acabamos, cada uno por su cuenta, masturbándonos…… ¡¡ Hasta el final !! !
Aquello acabó como una travesura más. No sé qué efecto tuvo entre mis amigos pero … para mí …. Fue algo muy profundo y trascendental.
Quisiera encontrar las palabras más bonitas, sencillas, emotivas y elocuentes para poder expresar lo que supuso aquella tarde para mí.
Por aquellos años, los niños, aún algo creciditos, en general, nos comportábamos como tales. Éramos bastante ingenuos e inocentones, no teníamos la malicia de las cosas, la mayoría, aún dormíamos en la nebulosa de la niñez sin apenas darte cuenta que tu cuerpo se desarrollaba más rápido que tu mente y empezabas a tener sensaciones nuevas que no entendías y no te atrevías a comentarlas, ni preguntárselas a nadie.
No sé qué grado de “ picardía ” tenían mis amigos, aunque más o menos, estábamos todos al mismo nivel, pero yo…. ¡ Que inocente era yo! ¡¡ No sabía nada, de nada! ¡Vivía en el Limbo!
Mientras pasaba todo aquello, no sé si por la euforia de un juego o influenciado por el ambiente de aquél momento, no me daba cuenta de lo que me estaba ocurriendo, fue después, en la tranquilidad de mi cuarto, en la noche, no podía dormirme, inquieto, recordando lo que había pasado. Cientos de imágenes se agolpaba en mis pensamientos que no me había pasado nunca siendo consciente. ¡De pronto! mi naturaleza empezaba a sentir un cambio y a tener unas sensaciones como las que había experimentado por primera vez en aquel juego absurdo pero, esta vez, ¡ si era consciente de los hechos y los deseaba! Daba vueltas en la cama, tenia calor, me agitaba y empecé a tocarme tímidamente mis genitales que, al momento, estaban totalmente excitados y turgentes….Y…. ¡¡ Acabé!! ….
Aunque era la segunda vez de aquel día, para mi conciencia y mi cuerpo, fue la primera y también el despertar a una nueva vida de sensaciones y deseos y …… me di cuenta que había perdido mi inocencia irreversiblemente, que a partir de ahora, ya no seria, nunca más, el chico tan inocente que fuí antes. Por un momento me sentí como el niño que acaba de descubrir quienes son los verdaderos Reyes Magos y mi mente se abrió y se llenó de luz, como el cielo se abre después de la tormenta .
Desde ese día, empecé a ver imágenes de otra manera,… con intenciones. Situaciones que hasta ese momento no comprendía o detalles que me pasaban desapercibidos en conversaciones, escenas y diálogos de películas, versos que leía en los libros escolares… ¡las chicas ! que hasta ese momento no eran más que simples amigas, y…. ¡hasta los juegos! de pronto….., adquirieron un nuevo sentido y comprendí que mi bella niñez la dejaba atrás para siempre y comenzaba una nueva etapa, muy difícil, a la vez que esperanzadora, para la que tenía que prepararme.
A pesar de todo, durante muchos años, aún conservé buena parte de esa infantil inocencia que no perdí del todo y….¡ hasta juraría !…, que todavía guardo una poco de ella en el fondo de mi alma.
Filed under: Castillejos (Fnideq - فندق ), Marruecos / المغرب, Recuerdos |
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: Continuación de Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo I. Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo II Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo III Recuerdos de Castillejos (فندق). Tercer recuerdo IV …..
Me gustaMe gusta