He aquí un nuevo relato de nuestro amigo Luis Torti Gil. Disfrutadlo.
Mi padre ya llevaba un par de meses en Castillejos. Había pedido destino voluntario para Marruecos y en la Comandancia de Marina, le habían adjudicado, bajo su jurisdicción, el control de la costa que comprendía desde El Tarajal, hasta Río Martín. Adelantó su presencia aquí porque tenía que incorporarse a su destino y esperar le adjudicasen donde residiría y una vivienda donde acomodar a la familia. La decisión de su destino fue Castillejos y como vivienda le facilitaron un edificio oficial (de los primeros que se construyeron en el incipiente pueblo), que fue la primera sede de la Junta que regía la actividad del pueblo. De ahí, que todo el mundo la conocía como
“La Junta vieja”. Hoy sigue existiendo (ampliado hacia el lado de la mezquita), como Jefatura de Policía marroquí.
Para mi familia este cambio de destino fue un golpe muy fuerte en nuestras vidas pues vivíamos en Canarias (Santa Cruz de Tenerife) dónde estábamos bien arraigados y aquello era un paraíso. Mis Hnos. y Hnas., todos mayores que yo, prácticamente tenían sus vidas encarriladas con sus amistades e incluso novios y novia de bastante tiempo y solo mi hermano Andrés y yo, estábamos aún en edad escolar y también tuvimos que desprendernos de todos nuestros amigos y lugares queridos. Estoy seguro que todos sabréis comprender lo duro que es cuando habéis tenido que vivirlo en vuestras propias carnes. Esa decisión costó muchas lágrimas en mi familia y creó una gran incertidumbre y temor al tener que empezar de nuevo en un lugar del que apenas sabíamos nada ¡Marruecos, Castillejos! ¡África!..Entonces. en mi conocimiento, me parecía que iba a ir al fin del mundo, con serpientes, alimañas y tipos raros que la mente fantasiosa de un niño podía imaginar. Hoy me causa hasta risa al pensar que Canarias dista de Marruecos lo que alcanza una tirada de piedra con una honda (exagerando).
Durante la estancia de mi padre sin nosotros en Castillejos estuvo hospedado en una pensión que tenia o regentaba el Sr., Benítez propietario del bar La Tropical. Allí fue atendido magníficamente en espera de nuestra llegada.
Nuestra despedida de San Andrés (Santa Cruz de Tenerife), fue muy dolorosa. Recuerdo con emoción que, a medida que recorríamos las calles del pueblo en el taxi que nos llevaba al puerto donde embarcaríamos para Cádiz, todo el pueblo salía a nuestro encuentro diciéndonos adiós de mil maneras mientras unos y otros, bañados en un mar de lágrimas, correspondíamos como podíamos a tanta prueba de cariño… ¡el camino se hizo interminable!
En aquella época la travesía Tenerife-Cádiz duraba tres días, que si el tiempo era bueno, el viaje era más o menos agradable, siempre pesado. Pero si cogías algún temporal, podías quedarte sin bilis, sobretodo, a la entrada de las aguas de Cádiz. Supongo que por la confluencia de las corrientes atlánticas con las del Mediterráneo. La travesía resultó fatal ya que nos sacudió un fuerte temporal.
Mi padre nos esperaba en Cádiz y después de un par de días de descanso entre algunos familiares, continuamos el viaje hacia Ceuta y ¡al fin!……¡¡Castillejos!!.
El taxi que cogimos en el puerto de Ceuta enfiló por una carretera que bordeaba la costa hacia nuestro final destino. Durante el camino, mi hermano Andrés y yo que éramos, como ya dije, los más pequeños, íbamos pegados a la ventanilla del coche observando curiosos durante todo el recorrido y de vez en cuando, veíamos a algunos hombres raramente vestidos con una batas largas y una tela enrollada en la cabeza que nos hacia gritar: ¡Mira, mira, un moro, un moro! Mi padre nos advirtió que tuviéramos cuidado en llamarlos así porque podían molestarse pues lo tomarían como una ofensa y que lo mejor era decirles Mohamed o “jai”, que quería decir “hermano”.
Recuerdo que vimos a unos 300m. de la costa una agrupación de barcas que nos llamó la atención y llenó de curiosidad. Estaban en formación casi circular con unas redes dentro del mar en la misma posición que las embarcaciones y papá nos explicó que aquello era un sistema de pesca que se llamaba “almadraba” y servía para pescar bonitos y atunes y …. ¡justo! por el lugar que en aquel momento pasábamos, se llamaba La Almadraba, precisamente por la actividad de los pescadores de aquella zona.
Dejamos atrás las últimas casas de pescadores y llegamos hasta una playa llamada “ El Tarajal “donde la carretera hacia un giro a la dcha.y bordeando un trozo de una riera o barranco volvió a girar ,esta vez a la izqda., y empezó a subir una cuesta y la carretera , a partir de entonces, se hizo sinuosa y subía y bajaba pequeñas pendientes donde en el fondo de uno de ellos, atravesamos un pequeño puente bajo el cual corría un riachuelo que en aquellos momentos llevaba abundante agua, posiblemente por el efecto de lluvias recientes. Por la margen dcha. de la carretera, el paisaje era montañoso y bastante despejado de vegetación importante, mientras que la margen izqda. estaba totalmente plantada de eucaliptos formando un bonito y frondoso bosque que nos acompaño todo el trayecto hasta las primeras casa del pueblo.
La primera visión desde la elevación donde la carretera, en suave pendiente, bajaba hacia al pueblo era…. ¡ magnífica ¡. Un hermoso y bello edificio alto, con cuatro torreones almenados, de paredes amarillentas, grandes y abundantes ventanas encuadradas en unos marcos pintados (no recuerdo bien) si verdes o azules y creo recordar que en una parte de la fachada frontal, en un mástil, ondeaban una bandera.– ¡Un castillo!– Grité lleno de entusiasmo. – Es el edificio de la Aduana- aclaró mi padre. Mientras nos acercábamos nos informó, por encima, la función que tenia y el porqué.
El “castillo” destacaba enormemente sobre todo lo demás, era lo único que realmente veía y cada vez más cerca. No le quitaba la vista de encima y todo su alrededor comparado con aquella primera impresión, era bastante anodino. Al llegar a la explanada paró el taxis y se acercó un agente de aduana (entonces se les llamaban “ carabineros” ) saludando a mi padre que le dijo éramos su familia y acabábamos de llegar y sin más preámbulos, continuamos por la carretera (en realidad la principal calle del pueblo) bordeada de pequeñas casas llenos de curiosidad, mirando a dcha. e izqda. hasta llegar donde acababan las casas y justo la última …¡era la mía! . La carretera continuaba ya despejada de viviendas salvo algunas aisladas que, más tarde, fueron importantes en nuestras vidas.
El taxi se detuvo ante un caserón de aspecto un tanto descuidado pero de una sólida presencia y visto detenidamente, hasta podría decirse que era una hermosa casa y bonita. Se entraba a través de dos pilares que sostenían unas vigas de madera sobre los que se apoyaban las ramas de una vieja parra que servía de palio a un corto pasillo que llevaba a una amplia puerta principal flanqueada por otras dos puertas de menor tamaño, dando entrada a dos viviendas. La de la izqda. ya estaba ocupada por un matrimonio algo mayor, sin hijos, que vivían allí hacía unos años ejerciendo él como practicante del pueblo y cuyo nombre era don Veremundo, pero todo el mundo le conocía por don “Vere”. La vivienda dcha., sería el despacho de mi padre como Comandancia de Marina. Tanto la casa de la dcha. como la de la izqda., estaban precedidas por sendos patios –jardín de unos 6m de largo por 3m de ancho(aproximadamente), al que se accedía a través de una pequeña puerta de estrechos listones de madera pintados de color verde pero que hacía tiempo no veían una capa de pintura. Bajabas dos peldaños a un suelo de tierra cubierto de pequeñas piedrecitas de río (graba) que crujían bajo tus pies cuando las pisaba. Un pequeño y estrecho bordillo protegía unos parterres donde había plantado unas grandes plantas de sampedros de variados colores que cuando perdían la flor quedaban unas semillas redondas del tamaño de una lenteja de color negro. También había varias plantas de geranios de flores rojas y un tipo de helecho de hojas muy finas que se enredaba entre algunos de los balaustres torneados que daba cierre al jardín hasta unirse a los pilares de la entrada continuando, dichos balaustres, por el corto pasillo bajo la parra, hasta una gruesa columna que sostenía un amplio y largo balcón con la baranda balaustrada haciendo juego con la del jardín. En el lateral de patio en una tapia algo más alta de dos metros, se abría una puerta de madera, escasa de pintura, que daba entrada a un gran patio, en aquel momento, cubierto de altos hierbajos, cubos, latas y materiales diversos arrojados allí a modo de vertedero. Dos palos retorcidos con un alambre totalmente oxidado habían servido, en otros tiempos, de tendedero.
El patio de la vivienda de la izqda. era gemelo del anterior, sólo que mejor cuidado. Lo diferenciaba tres motivos; la parra estaba plantada en su interior, justo, donde estaba situada la primera columna de la entrada; a mitad de la parte que daba a la carretera, un hermoso y frondoso melocotonero y en la pared lateral que daba cierre al jardín ,una tapia de casi tres metros estaba totalmente cubierta por un espléndido rosal, hasta el punto, que no se veía la pared. En aquel momento de nuestra llegada estaba cubierto profusamente de rosas blancas perfumando suavemente el ambiente y juro, que ese perfume, no lo he podido olvidar. Por último, entre la fachada frontal y la tapia lateral estaba la puerta que conducía a un amplísimo patio que abarcaba todo el lateral de la casa y un buen trozo de la parte trasera.
Como ya adelantaba anteriormente, encima de las tres puertas de las diversas viviendas y a modo de porche se extendía un amplio balcón de entre 3 a 4 ms. de largo y en el centro, sobresaliendo hacia encima de la parra, había un mástil donde mi padre colocaba la bandera española los días de fiestas nacionales, las patronales de Castillejos y lógicamente, el día de la Virgen del Carmen patrona de la Marina. El acceso al balcón se hacía por dos puertas de doble hoja; cada una de las puertas comprendía una de cristales y la exterior de madera de láminas horizontales de las que le faltaban unas cuantas. En tiempos pasados, el balcón estaba cubierto con unas vigas que servían para sostener la parra que llegaba hasta esa altura y digo estaba, porque solo quedaban tres o cuatro en pie donde, con dificultad, se apoyaba una rama de la parra y era tan peligroso su estado que una de las primeras cosas que se hizo fue quitar las vigas y podar la parra hasta dejarla al nivel de las de la entrada. Completaba la fachada dos ventanas a la izqda. y otras dos a la dcha. distribuidas simétricamente con respecto al balcón. Todo el conjunto pedía una mano de pintura y algo más, a gritos.
Mi padre abrió la puerta principal de la que iba a ser nuestra casa y entramos en un amplio zaguán algo oscuro a pesar de una pequeña ventana que intentaba dar un poco de luz a una ancha escalera formada por 11 escalones frontales rematados por un rellano donde se giraba a la dcha. subiendo cuatro peldaños más que llegaban a otro rellano donde se volvía a girar a la dcha. y subías otros siete escalones en paralelo a los primeros hasta una ancha y recia puerta de gruesa madera pintada de marrón oscuro igual que una robusta baranda de madera con contrafuertes en forma de cruz de San Andrés, que protegía la parte dcha. de la escalera pues, la otra parte ,estaba adosada a la pared.
Entramos, por fin, en nuestra casa y tanto mi hermano Andrés y yo entrábamos y salíamos correteando por todas las habitaciones un poco exaltados llamando a mi madre y a los otros hermanos casi gritando,,,¡Mamá, mamá! , ¡Carmen, Fina, Rafael. –¡Mira que salón, mira qué baño más grande!–¡Uh, qué cocina!–¡Aquí hay otro baño! ,–mientras íbamos abriendo los postigos de las ventanas iluminado las habitaciones.
Aquí y allá había paquetes y bultos de los enseres y ropas que previamente se habían enviado y aún quedaban algunos trastos más por llegar.
Después de inspeccionar toda la casa y de poner un poco de orden, supongo que comimos, pero de eso no recuerdo absolutamente nada.
En esta casa pasé 6 años de mi vida y por siempre la recordaré y amaré cada rincón de ella donde viví tantos momentos inolvidables y llenos de felicidad.
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Después que comimos, continuamos con la tarea de ordenar cosas, montar muebles, limpiar, etc. Andrés y yo colaborábamos en lo que nos requerían, pero el trabajo más importante lo hacían mis hermanas y mi Hno. Rafael. Mi madre dirigía donde se colocaban las ropas y todo en general, con la colaboración de mis Hnas.
A media tarde, mi hermano Andrés y yo, ya habíamos ayudado lo suficiente y pedimos permiso a mis padres para bajar un ratito a la calle. Mi madre nos autorizó no sin antes advertirnos que no nos alejáramos de la puerta y sobretodo tuviésemos cuidado con los coches pues era la carretera general que, como ya expliqué, atravesaba el pueblo hasta la aduana para continuar hacia Ceuta, por lo que el tráfico era constante.
Bajamos la escalera saltando los escalones de tramo en tramo y en el más largo de ellos, Andrés saltó 9 escalones de una vez y yo no pude con más de 5. Este método de bajar la escalera se convirtió, desde ese día, en la forma habitual de salir a la calle.
Ya en la calle, miramos a un lado y a otro de la carretera por si venia algún vehículo y al no haber peligro, atravesamos la carretera asfaltada y pasada esta, había otra sin asfaltar que servía a modo de calle y después, se extendía un enorme terraplén unos 50 ó 60cms mas alto al que se accedía por una suave pendiente en cuyo borde había un poste de la luz y un arbusto solitario que mas tarde supe le llamaban “transparente”. Pero lo más fantástico de todo y cuya imagen no puedo olvidar, son unos 8 ó 10 barriles grandes de vino, unos tumbados sobre sus gruesas barrigas y otros en pie que invitaban a moverlos, subirse en ellos, intentar hacerlos rodar subidos sobre sus panzas, como habíamos visto hacer en el circo y……efectivamente, eso es lo que hicimos.
Llevábamos un buen rato jugando divirtiéndonos un montón, cuando se acercaron unos cuantos niños de edades variadas ,que al vernos, se unieron a nosotros participando en la algarabía de gritos ,risas ,caídas y todo lo que conlleva una situación como aquella. Recuerdo, como si fuera hoy mismo, que nos preguntaban si éramos nuevos y de dónde y se reían al oírnos hablar como si no nos entendieran. –¡Fíjate como hablan! Decía uno mientras reía.–¡Parece extranjero! Comentaba otro con cachondeo. Todos los niños nos hacían preguntas tras preguntas para forzarnos a contestar porque, al parecer les hacía gracia nuestra manera de hablar. Al principio también a nosotros nos hizo gracia pero, poco a poco, fuimos cogiendo un “mosqueo”, que al final, optamos por subirnos a casa porque, además, ya anochecía.
(Nuestra habla, aunque era español, tenia un fuerte acento (deje) canario y usábamos muchas palabras del argot popular de Canarias que, lógicamente, para el oído de aquellos chicos, podía sonar como un lenguaje extraño).
Esta primera anécdota de mi presencia en Castillejos ha sido y es, un “leit motiv” de mis recuerdos más claro y querido.
——Aquel día, era un hermoso día de primavera del año 1950 y en octubre, yo cumpliría los 9 años y mi hermano Andrés ya tenía 13.
P. D. Han pasado 60 largos años. En febrero del 2009 estuve en la puerta de mi casa en Castillejos. Mi emoción era tanta , que cuando me acerqué al guardia de la puerta para pedirle permiso y poder visitarla, no pude decirle ni tres palabras coherentes pues, un intenso llanto junto a un temblor nervioso, me impedía balbucir ni una sola palabra. Fue tan fuerte la emoción, que el pobre guardia, asustado, tuvo que traerme una silla y un vaso de agua y esperar que me calmara, cosa que no hubo manera hasta pasado un buen rato. Ya un poco más tranquilo, entre mi esposa y yo, tratamos de hacernos entender de lo que pretendíamos hasta que, muy amablemente, algún funcionario que hablaba español, nos introdujo hasta el despacho del jefe de policía. Con la ayuda del funcionario pude explicarle el motivo de mi presencia allí y mi intención de visitar “mi casa”. Muy amablemente nos concedió el permiso, pero me puso la condición de no hacer ninguna grabación ni fotos porque era un edificio oficial y estaba prohibido. Nos hizo acompañar por un empleado y, con un cosquilleo en el estómago y un nudo en la garganta, entramos en el zaguán, iniciamos la subida por la escalera que tantas veces bajé a saltos, mientras, a cada peldaño, mi tercer marcapasos hacia un gran consumo de electricidad de su pila y mi pulso se aceleraba hasta un ritmo preocupante. El funcionario nos abrió la puerta y nos invitó a entrar. Nada más poner el pie en el largo corredor, no pude contener de nuevo mi emoción y volví a romper en sollozos y a medida que intentaba pasar a las distintas habitaciones iba dejando trocitos de mi alma y un reguero de lagrimas que. de alguna manera, aliviaba la fuerte tensión y emoción que me embargaba. Vi por encima como estaba y no pude, ni quise continuar…. ¡Aquella no era mi casa! …. Toda la distribución de las habitaciones eran distintas, querían ser despachos y tenían un feo aspecto, dejado y sórdido. Quise salir de allí cuanto antes. No quería ver más ….
Con un gran pesar y mis sueños defraudados por aquella fea realidad, salimos de la casa no sin antes darle las gracias a todas las personas que muy amablemente me dieron la oportunidad de volver, al que fue mi muy querido hogar, que tan felices días me proporcionó y que, posiblemente, yo había idealizado tanto pero….¡ no volveré a pisar nunca más!.
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L. Torti
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Valora en Bitacoras.com: He aquí un nuevo relato de nuestro amigo Luis Torti Gil. Disfrutadlo. Vista tomada desde Ceuta en dirección a Castillejos (Fnideq) y el Rincón del M’diq Mi padre ya llevaba un par de meses en Castillejos. Había pedido dest….
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Estimado Luis:
He leido con deleite tu relato, me ha emocionado, no he podido evitar un nudo en la garganta.
Yo también fui muy feliz en Castillejos, he sido muy feliz las tres veces que he vuelto, la última el pasado año en el mes de octubre, ya con 76 años, si se presenta la ocasión volveré.
Yo no pude vistar mi antigua casa, pero si el patio y el barrio, lo más hermoso fue la acogida de un hijo del Chami el dueño de la tienda donde comprabamos a diario, viviamos en las casas de la cerámica, en el otro extremo del pueblo.
Recuerdo perfectamente el vistoso uniforme del Comandante de Marina, o sea, tu padre.
No puedo seguir, estoy haciendo las maletas, mañana viajo desde Madrid a Almería mi residencia habitual.
Un fuerte abrazo.
Diego.
Un saludo para José Antonio.
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Un saludo también para ti Diego.
Hace mucho tiempo que deseo volver a Castillejos pero por distintas razones no he podido hacerlo y eso que he estado en Ceuta muchas veces.
Me ha emocionado este relato de Luis.
Saludos.
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¡ Hola Diego !
Me alegro que te haya gustado mi relato. Gracias por leerlo y por tus amables palabras y recuerdo de mi padre.
La verdad, para mi fué muy impactante encotrarme con aquel enorme y colorista Castillejos cuando yo tenia en mi memoria un pueblecito rodeado de campos,bosques ,playas y cuatro «gatos» amigos que éramos entonces y nada de aquello quedaba ya. Yo suponia que ,lógicamente ,no iba estar igual, pero tampoco un crecimiento tan espectcular y me desilusionó.
De todas maneras, yo me sigo quedando con mi primer Castillejos ,mas tranquilo,mas natural y mas entrañable y quiero morirme con esa imagen como si los años no hubieran pasado…¡Cosas de viejos!
No sé si a ti te pasó,pero me llamó mucho la atención de que una tienda si y otra no y a veces varias juntas, eran peluquerias de hombres. Dudo de si volver otra vez.
Anímate y sigue contando también tus recuerdos para ir manteniendo la llama de nuestro paso por el siempre querido Castillejos.
Que pases un feliz verano y ten cuidado con las medusas.
Un fuerte abrazo.
L, Torti
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Luis de verdad que emocion .
A mi me pasó algo similar porque mi casa bueno mi casa y la casa de telefonos que estaban juntas ,son ahora una carniceria y un cafetin o mejor dicho un bar don de hacen pinchos y harira ,pero esta la misma piuerta con el mismo agujerito que ponia mi madre para sacar una cuerda para abrir y por dentro las mismas puertas ,ya no hay patio porque han echo una terraza arriba con mesas pero sigue bastante parecida en la entrada y es igual el verla me la imaginaba como antes cuando viviamos .
Yo no puedo decir que no volveré porque cuando fuí hace tres años me vine mal pues necesito mas tiempo no lo saboree.
La que lloro con ganas cuando nos vinimos de alli fui yo que no queria venirme para España y me costo adaptarme ,estaba demasiado acostumbrada a mi pueblo .
Piensa que yo nací alli y me crie como una mas y siempre he pensado que era porque no decirlo mora que era como me llamaban cuando llegue a Barcelona toda mi familia y la gente y yo respondia que a mucha honra y aun lo digo.
Bueno espero que paseis un buen verano a mi ya se me ha acabado ya estoy de vuelta .
Un abrazo.
Pili
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Pili,estoy en Ibiza y me he puesto en contacto con tu hermana Africa a través de Pepito . Me llamó por tfno. y cuando esté ya tranquilamente instalado, la llamaré para veenos y así tendre el placer de conocerla y comentar cosas de » nuestro»Castillejos. Ya tendrás noticias.
Un cariñoso saludo.
L. Torti
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Lo bien que relata los comentarios L . T . G. que no me canso de leerlos y darles bueltas, tengo el sentimiento que al marchar , tomo’ una recla de caculo y midio’ exactamente los contornos y declives de la granja BAEZA asi que todos los rincones y escondites , los cuales describe con exactitud de geo’metro; pues algun tiempo despues , yo tambien los recorri’ pero ya no era el mismo Castillejos . Al poco tiempo implantaron controles por todas partes y era casi imposible de salir a dar un paseo por la playa sin que algun Gendarme nos pidiera la documentacio’n . Casi todos venian de la zona francesa y desconocian las costubres y lengua que se hablaba por aquel entorno. Estoy convencido de que todos la pasamos canuta en aquella frotera de EL TARAJAL , sobretodo aquella » francesacio’n » ultranciera que se llevo’ a cabo desde el primer momento ; TETUAN se cnvirtio’ en TETOUAN , el puesto de policia en GENDARMERIE , la panaderia en BOULANGERIE . ect , ect ; ect , a tal punto que cuando llegué a Francia , la lengua no me era del ,todo desconocida …….. continuaré cuando tenga mas tiempo .
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La u’tima vez que estuve en Castillejos , hace unos cuatro anos,acompanando a mi hermano Pedro que presentia su fin proximo y queria ver su tierra por la primera vez desde que salimos de alli’ hace medio siglo, nos paso’ algo parecido a lo que nos cuenta L . T. G. En efecto todo habia cambiado menos aquellas montanas que tantas veces recorrimos tras los pàjaros y aves de paso. El mar nos parecia mas pequeno, las distancias mas cortas ; a nuestro alrededor se agolpaban decenas de ninos con el mismo pelaje que nosotros tuvimos antano. La granja Baeza habia desaparecido, la u’nica referencia que encontramos fue la iglesia y el caracol; el campamento de Dar Riffien se parecia desde la carretera a las ruinas del Partenon griego . Alli’ en la cuesta de la Condesa y tomando referencia con el mar , en el lugar exacto donde nacimos y nacio’ mi madre soné; soné despierto mirando al mar y aunque he perdido toda religiosidad , tuve la impresio’n de ser asaltado por centenas de caras conocidas ; de alli’ , sin decirnos nada y sin hablar dimos la orden al taxista que nos codujera al cementerio; no habia nada , fue arrasado. Queridos paisanos, yo me atreveria a esperar que los huesos de los nuestros reposan en paz en algun lugar cercano o lejano y no me hago a la idea de que hayan sido amontonados en cualquier basurero entre botellas de plastico y lodo por la excavadora de cualquier constructora…………cotinuaré. Juan.
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Tengo un hermano enterrado alli al que nunca conocí, espero que lo dejaran en algún lugar donde pueda descansar.
Cada vez que leo algún relato como el tuyo o los de Luis, mi imaginación y mis recuerdos vuelan unas cuantos años atrás, medio siglo atrás.
Saludos.
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Compro documentos con polizas de marruecos español
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Compro documentos con polizas de marruecos español miguelskanderbeg@gmail.com
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