Los ‘nanus’ del valle de Ribes

En el XIX se descubrió una ‘raza’ de enanos afectados de cretinismo y bocio. Sus condiciones de vida, la endogamia y la falta de planes sanitarios impedían su erradicación. La investigación tropezó con el interés turístico de la zona.

La literatura fantástica se recrea a menudo en describir a unas gentes repulsivamente decadentes que forman una raza en sí, con todos los estigmas de la degeneración mental y física. Deficientes seres humanos, según los cánones establecidos, protagonistas de historias perversas o disparatadas que jamás podrán oír y que el mundo no conocerá. Hace más de un siglo, un historiador que solía veranear en el valle de Ribes, se arrogó un descubrimiento antropológico en las estribaciones de los Pirineos Orientales que levantó una viva polémica entre los sectores sociales y religiosos más conservadores, así como en el mundo intelectual y científico.

Miguel Morayta de Sagrario (1834-1917), catedrático de Historia en la Universidad Central de Madrid, abogado y periodista, afirmó la existencia de restos vivos de lo que denominó una primitiva raza tártara en aquellos valles, de acuerdo con las teorías del antropólogo sueco Retzius. Y encontró una caja de resonancia en el diario madrileño El Globo con una crónica el 20 de agosto de 1886, reproducida por La Vanguardia. «Existe, en efecto en aquel distrito -escribió Morayta- una raza compuesta de número no escaso de habitantes que los naturales del país llaman nans o nanus, enanos, y que sólo tienen cuatro pies de estatura, o sea un metro y 10 o 15 centímetros. Otros les llaman extranys, extraños o raros, y aún fenómenux, fenómenos.»

Los nanus, explicó Morayta, forman una raza con todos los caracteres de tal. Tienen el cuerpo pequeño, y su metacarpo está excesivamente desarrollado, por lo que aparecen los dedos más cortos y gordos de lo que son en realidad. Son bastante anchos de cadera y, sobre todo, de espaldas, lo que les hace parecer más fuertes y robustos de lo que son, y es causa de que resulten no rechonchos, pero sí enanos. Los rasgos de la cara son tan típicos y tan característicos que, cuando se ha visto uno, parece haberse visto a todos. Tienen todos el pelo rubio, pero rubio como el campesino que nunca lo peina ni cuida, y la cara redonda, pero sus pómulos salientes y sus mandíbulas muy desarrolladas la hacen aparecer cuadrada.A esto contribuye su nariz chata.

Los nanus o golluts no tienen los ojos horizontales; el lagrimal está algo más bajo que el rabillo, que es lo que les representa, semejantes al chino, o mejor al tártaro. A esto concurre también la circunstancia de que todos, sin excepción, son barbilampiños.Ningún nanu tiene necesidad de barbero, seguía la descripción de Morayta. Tienen las facciones muy carnosas, pero su cutis es descolorido. Su boca es grande, con labios carnosos y belfos.Buen número de ellos padece paperas, producidas por el arsénico que arrastran las aguas de las montañas.

Despreciados por sus convecinos, que hacen de ellos objeto de burla, los nanus vivían, sobre todo en Ribes, como una población aislada dentro de una población mayor. Sólo se unían entre sí.Sin instrucción alguna, vivían en un estado de embrutecimiento asombroso. «Saben como se llaman, pero rara vez recuerdan el nombre de sus padres, y a veces ni el de la localidad donde habitan.No tienen idea de los números. Son muy interesados y por extremo dóciles, y aún cuando tengan medios de vida, reciben limosna de todo el que se la da, y la piden, por así decirlo, maquinalmente».

En realidad, su descubrimiento de tártaros no era tal, puesto que la existencia de los golluts en Ribes o en la comarca, no era en absoluto desconocida, aunque sí obviada por la voz popular.La gente ilustrada de la región hacía tiempo que catalogaba a aquellas personas como semicretinos o cretinos, atacados, además, de bocio endémico, como consecuencia de la miseria y propiciado por la endogamia. De hecho, los nanus del valle de Ribes no eran únicos, ya que existían también individuos afectados de las mismas o similares lacras en el Montseny, en el Moncayo o en zonas de Almería. Ya en 1851, Diario de Barcelona se había referido a un hombre de la provincia de Girona, notable por su baja estatura y por las papadas que, en forma de disformes bolsas, colgaban de su garganta. El hombre era sordomudo y tenía todos sus sentidos prácticamente embotados.

Morayta decía en su carta que había intentado hacerse con algunos cráneos y huesos de estos nanus para remitírselos a un amigo antropólogo, pero que había tropezado con una seria resistencia, ya que de seguir adelante aquella investigación se cerniría una publicidad negativa sobre la comarca que podría a la incipiente industria turística. Desde hacía muy pocos años, las famosas aguas de Ribes, que se tomaban en uno de los balnearios, atraían un turismo selecto y acaudalado que propiciaba inversiones que podían verse truncadas en caso de extenderse las noticias.

El semanario Taga, editado en Ripoll, tomó cartas en el asunto de la mano de su director, el pintor y arquitecto Joaquin Nolla i Aliu, quien negó la presencia de vestigios primitivos y atribuyó las malformaciones a las enfermedades del bocio y el cretinismo, que azotaban la comarca desde tiempo atrás.

En Italia y en Francia existían también casos semejantes, pero los gobiernos de aquellos países estaban elaborando planes sanitarios para erradicarlos, cosa que no ocurría en España donde, al final, el problema desapareció de forma natural.

Roger Jiménez en El Mundo.

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6 respuestas

  1. Información Bitacoras.com…

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  2. Jamás oi tal historia, ni mucho menos la existencia de estos habitantes, quizás solo era una familia formada por personas que sufrian malformaciones y no quedaron descendientes. (en la actualidad no hay nadie que pueda atestiguarlo) El que si fue un hombre pequeño 1, 50 mt pero normal y que hace pocos años nos abandonó de este mundo fue el NEN DE RIBES, que fue un actor muy conocido por los catalanes.

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    • Escuché la noticia en la tele pero como era ya muy tarde me acosté, dejé una referencia escrita y busqué la noticia al dia siguiente y es lo que he colgado.
      Si es cierta ya que apareció en el Diario de Barcelona.
      Saludos.

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  3. Cuanta supersticion trae la ignorancia, y cuanta desigualdad la falta de los derechos fundamentales como el acceso a la sanidad. Una noticia muy esclarecedora.

    Carpe Diem

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    • Parece ser que a causa de una deficiente alimentación se les producían estas deformidades, que en realidad era Bocio. La ignorancia de la época y los limitados conocimientos médicos hicieron que se creyeran esas extrañas historias de razas desconocidas.
      Hoy en dia parece que ya no hay nada de esto según me cuentan amigos de la zona.

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