Ni memoria ni dignidad. El Valle de los Caídos

El gobierno decidido a olvidar que «El Valle de los Caídos» fue construido por veinte mil presos políticos republicanos en régimen de esclavitud.

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Cuelgamuros se llamaba en 1940 la extensa finca de la sierra de Guadarrama -a 60 kilómetros de Madrid, cerca de El Escorial- elegida por Francisco Franco para construir su faraónica tumba. El hecho de que permanezca intacto el más grandioso homenaje al dictador añade saña a la condena que sufrieron los presos que levantaron el monumento a su verdugo. Ahora, el gobierno socialdemócrata habla de despolitizar el asunto. Al fin y al cabo, no sería la primera vez que un gobierno se burla de los miles de presos políticos de izquierdas que fueron obligados a construir tan aberrante Valle. InSurGente rescata un artículo del diario El Periódico, donde algunos de los sobrevivientes relatan cómo era el trabajo diario, en el lugar donde están enterrados personajes tan deleznables como Franco y José Antonio.

El Periódico (Salomé García)/inSurGente.-

vaye.jpg Sólo sobreviven cuatro. La memoria ha estado secuestrada estos 28 años de democracia. Cautiva del silencio impuesto a los vencidos en aras de la reconciliación nacional. Sólo cuatro de los 20.000 hombres que fueron forzados a construir el Valle de los Caídos siguen vivos. Han pasado tantos años que apenas dos de ellos mantienen los recuerdos nítidos y la lucidez presta para relatarlos. A todos les gustaría poder ver corregido ese canto a la memoria equivocada. Reconciliarse con la historia, reconocerse, dignificarse. No se puede perder tiempo. Los supervivientes no disponen de él. Es urgente convertir el Valle de los Caídos en un museo de los horrores del franquismo.

80.000 metros cúbicos de roca granítica arrancados para excavar la cripta. 30.000 metros cuadrados de explanada cubierta de piedra labrada. 6.000 metros de carretera esculpida en la montaña rocosa. 300 metros de altura desde la base hasta lo alto de la enorme cruz. 19 años de obra. 20.000 obreros, la mayoría presos condenados a trabajos forzados. Más de 1.000 millones de pesetas de las de los años 40.

Casi 30 años después, hasta el nombre es un agravio. Ni Nicolás Sánchez-Albornoz ni Tario Rubio hablan del Valle de los Caídos. Para ambos sigue siendo el destacamento penal de Cuelgamuros. Ellos trabajaron en él obligados. Estaban entre los vencidos.

Herido y prisionero

Tario tiene una cuchara. «Hasta siete presos llegamos a comer con ella del mismo rancho». A este republicano nacido en Castellón en 1920 enseguida se le llenan los ojos de lágrimas. Cayó prisionero en el frente de Aragón, herido en una pierna. Tenía 17 años y se había ido a luchar voluntario en el bando «cons-ti-tu-cio-nal», recalca. «Pasé por cuatro campos de concentración y por nueve cárceles. Y nunca perdí esta cuchara». El periplo acabó en 1941 en la prisión de Valencia. «Mis padres consiguieron un aval y así conseguí salir a la espera del juicio. Llevaba la misma ropa que cuando caí prisionero». No era, ni mucho menos, el final de su suplicio. Le esperaba un juicio militar, una condena de siete meses más… y después la mili de los vencidos: el batallón de trabajadores. «Tres años, seis meses y 17 días», detalla.

Como integrante del batallón trabajó en Cuelgamuros en 1943. «¡Cuánta hambre, nolla!». Y frío, y dolor y sobre todo miedo. El relato de este anciano es aterrador, aunque insista en destacar las anécdotas más simpáticas. «Imagínate, éramos todos muy jóvenes, ¡con lo que se come de joven! Trabajábamos 10 horas diarias. Pero trabajo duro, eh? Con las manos. Y nos daban un chusco de pan para todo el día, una de aquellas latitas pequeñas de sardinas… O un plato de lentejas». Hasta que llegaba el domingo. «Los domingos había cocido de garbanzos. Pero tenía mucha más agua que garbanzos».

Tario es optimista. Ni le tumbó el franquismo, ni los impedimentos de la dictadura para que un rojo ejerciera ciertos trabajos, ni la muerte reciente de su esposa, ni el ataque al corazón de hace un mes. Aún bromea. «Tengo 85 años y conservo toda la dentadura. Claro, como durante años casi no la usaba…»

Nicolás Sánchez-Albornoz (Madrid, 1929) se niega a volver a pisar el Valle de los Caídos. Jamás pronuncia el topónimo franquista. A pesar de vivir desde 1991 a sólo 60 kilómetros del lugar, la curiosidad no le ha llevado a esa zona de la sierra de Guadarrama. «Nunca me ha atrapado el síndrome de Estocolmo», zanja este historiador, que protagonizó una de las aventuras más sonadas de aquel campo de trabajos forzados. El final feliz de su fuga, en agosto de 1948, y lo estrambótico de las circunstancias que la rodearon inspiraron a Fernando Colomo para inmortalizarlas en la película Los años Bárbaros, en 1998.

Nicolás, como Tario, tiene el recuerdo nítido de su paso por aquel destacamento penitenciario, alimentado con las precisiones de quien no quiere olvidar y hace de la historia su profesión. Liberado por edad y por categoría intelectual de toda corrección fingida, el viejo historiador expone sus propuestas de futuro para el mausoleo. «Visitaría ese lugar si previamente se instala un urinario sobre la tumba del dictador para poder orinar en él», sostiene impasible el expresidiario de 76 años.

Museo de la dictadura

Todo debería apuntar a la inauguración de un «gran garaje» en la cripta, «dada la profundidad del túnel». Sin dejar de recurrir al humor, el que fuera director del Instituto Cervantes previene de los «riesgos ecológicos» que podría provocar «dinamitar ese mamotreto», aunque reconoce que verlo desaparecer sería un placer. Ya en serio, saluda su posible reconversión en un museo de la dictadura franquista como la salida que satisfaría plenamente sus expectativas.

Nadie acierta a dar datos exactos sobre cuántos hombres dejaron la vida en las obras de construcción de Cuelgamuros. Además de la veintena que reconocen diversos historiadores, cientos de republicanos presos enfermaron o agotaron sus fuerzas de tanto picar a mano el granito de la sierra de Guadarrama para abrir la carretera de acceso a la actual basílica.

261 metros de túnel –horadado en la roca conocida como el Risco de la Nava– conducen a la tumba del dictador que rigió «los destinos de
España» desde 1939 hasta su muerte, en 1975. A punto de cumplirse el 30° aniversario del óbito y tras 28 años de democracia, el mausoleo sigue tal como lo dejó el dictador. Ni la más mínima referencia informa al visitante del carácter de campo de concentración que tuvo la obra. El servicio de audio-guía que se puede alquilar por dos euros para realizar una visita comentada no menciona a los presos. Y ninguna placa se refiere a ellos. De hecho, las únicas que hay recuerdan que «Francisco Franco, caudillo de España, patrono y fundador» inauguró el monumento el 1 de abril de 1959, para conmemorar el 20° aniversario de su victoria; y que en ese mausoleo reposan los restos de «los caídos por Dios y por España».

El dictador dejó escritas sus intenciones sobre el mausoleo en el decreto del 1 de abril de 1940 que ordenó la construcción del monumento, entonces el más grande de Europa: «La dimensión de nuestra cruzada no puede quedar perpetuada por sencillos monumentos. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido». Objetivo cumplido. Su memoria no ha sido mancillada por la democracia. Sus adeptos aún conmemoran su muerte cada 20 de noviembre entre esos muros. Allí el recuerdo está intacto.

Los vencidos sólo existen como tales, muchos sepultados sin nombre tras los muros del túnel de acceso. Hay 33.872 cadáveres de caídos en la cruzada enterrados en el Valle. Incluidos los de Franco y el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, los únicos que tienen lápida. Casi 15.000 están sin identificar, lo que hace suponer que eran republicanos. En 1959 Franco decidió permitir enterramientos de rojos, siempre que quedara acreditado que eran católicos.

Acuerdo tácito

«Tenemos un acuerdo tácito con Patrimonio Nacional para no desenterrar a nadie y tampoco permitir nuevas inhumaciones», sostiene Anselmo Álvarez Navarrete, nombrado abad del Monasterio en septiembre del año pasado. Explica que sería «poco operativo» reabrir los nichos para buscar cadáveres cuando buena parte están sin identificar.

Es posible que descansen en el Valle muchos de los que buscan las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, que desentierran fosas comunes desde hace unos años sin ningún tipo de ayuda pública. El abad parece lamentar que no se aproveche el espacio del mausoleo, cuando «hay sitio para otros 40.000». E informa de que aún hoy hay «alguna que otra petición de enterramiento», generalmente de «viudas de caídos» que desean «reposar junto a su deudo».

A Nicolás Sánchez-Albornoz le indigna que ni el abad ni los 25 benedictinos que rigen el colegio y la escolanía de voces blancas –con 60 alumnos– «esté haciendo las maletas». Pero es que hasta el fondo de la cripta no han llegado los ecos de cambio que soplan desde la Moncloa. El último 20-N, apenas dos meses después de ser nombrado, el abad invitó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero –sin mencionarlo– a desistir de su intento de restituir la memoria vejada de los vencidos. «No enfrentéis de nuevo unos contra otros, no abráis nuevas heridas en la convivencia pacífica de los españoles. No levantéis nuevas trincheras, ni desatéis vientos que presagian tempestades. No esgrimáis los argumentos de la guerra cuando se os han acabado las ideas y las utopías».

Régimen de semiesclavitud

La actual guía oficial del Valle de los Caídos, editada por Patrimonio Nacional, que se vende a la entrada por 7 euros, tampoco está escrita para remover las conciencias. Dedica apenas una frase entre 60 páginas al asunto de los presidiarios constructores. Y su reflejo de la historia no es precisamente objetivo: «Los contratistas empleaban como trabajadores, pagándoles, a aquellos presos de guerra que optaban por acogerse al sistema de redención de penas por el trabajo, según el cual pudieron canjear hasta seis días de pena por uno de trabajo, aunque la regla general era de tres por dos». Esta amable visión de los hechos omite la dureza de un régimen de semiesclavitud a cuya negación contribuye la expresión «pagándoles». La realidad, según el historiador aragonés Javier Rodrigo, especialista en campos de concentración del franquismo, es que «los destacamentos penitenciarios» o campos de trabajos forzados, fueron utilizados «como mano de obra barata» por el franquismo para reconstruir «infraestructuras destruidas por la guerra civil» y para realizar «obras especiales», entre las que el Valle de los Caídos es «la más emblemática». Rodrigo, que acaba de publicar Cautivos, campos de concentración en la España franquista (Crítica), recuerda que el «invento» de la redención de penas por trabajo se le ocurrió al jesuita Pérez del Pulgar en 1938. Otra muestra de la alianza entre poder y catolicismo en la España de la época. El decreto que crea el Patronato de Redención de Penas por Trabajo establecía: «Es justo que los presos ayuden con su trabajo a la reconstrucción de los daños a los que contribuyeron con su cooperación en la revolución marxista».
En 1939 había 200.000 presos, casi el 10% de la población activa española, en prisiones cuya capacidad máxima no superaba las 40.000 plazas.

La redención de penas por trabajo permitió al franquismo matar dos pájaros de un tiro. Por un lado aliviaba el hacinamiento de las prisiones y por otro surtía al régimen de mano de obra que le reportaba beneficios económicos. Un condenado político era alquilado en el año 1948 a las empresas que construían el mausoleo de Cuelgamuros (Construcciones Molan, Constructora Banús y San Román) por 10,5 pesetas diarias. La compañía pagaba encantada ese precio al Estado, porque se ahorraba un tercio del jornal de un trabajador libre (unas 16 pesetas) y tenía la certeza de que todos cumplirían su cometido durante las 10 horas de jornada.

«La magnanimidad del régimen de Franco se traducía en ingresar 50 céntimos de esas 10,5 pesetas diarias en una cartilla a nombre del prisionero, que éste cobraría en caso de lograr superar con vida su condena», relata Sánchez-Albornoz, que sabe del asunto de primera mano. Él fue destinado a las oficinas cuando llegó al Valle desde la prisión de Carabanchel (Madrid). Su condición de universitario le capacitaba para un puesto que le sirvió después para documentar con pruebas su relato histórico.

Dinero para el Estado

El salario del encarcelado servía de disculpa para evitar que el régimen de los trabajadores fuera considerado esclavitud, aunque las posibilidades de ser criticado por ello eran prácticamente nulas. Con las 10 pesetas restantes, el franquismo sufragaba los gastos de manutención del propio preso (estimados en 5 pesetas diarias) y se embolsaba el resto. Es decir, que los presos no sólo pusieron la fuerza bruta, sino que sufragaron buena parte de la obra.

Para construir la Santa Cruz del Valle de los Caídos –como se denominó al monumento desde su conversión en Basílica el 23 de agosto de 1957– se utilizaron tres batallones de presidiarios en múltiples oleadas de entre 500 y 1.000 hombres durante 19 años. El primer batallón construía la carretera de acceso. Era el destino más duro. Con la única tecnología del pico y la pala los republicanos condenados allí removieron miles de toneladas de piedra y roca y adoquinaron a mano seis kilómetros de vía. En ese destacamento trabajó Tario Rubio.
Aún tiene nítidamente grabados en su piel los 6 grados bajo cero que sufrían en invierno y los 38 que se alcanzaban en verano. Y también rememora sus actos de militancia incluso «en aquel infierno». Con pequeños sabotajes, mantenían viva la lucha incluso durante la condena. «Cuando los guardas se descuidaban, nos meábamos en la dinamita. Para que no explotara».

Caídos por la dinamita

El segundo destacamento horadaba la roca con esa dinamita. En él trabajaban presos especializados en el manejo de explosivos, previo estudio detallado por parte de las autoridades de su «integridad». «Caían cuatro o cinco diarios», recordaba otro antiguo preso político, Lorenzo Alberca, hace 18 meses en una entrevista para el documental norteamericano La memoria vaga, de la historiadora Katie Kalper. Alberca murió hace un mes en su residencia de Madrigueras (Albacete).

El tercer grupo de presidiarios contruía el monasterio y la abadía actuales. En él cumplió condena Sánchez-Albornoz por dirigir la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). Apenas estuvo cuatro meses en Cuelgamuros. Un domingo de agosto se largó junto a Manuel Lamana y, tras una peripecia muy cinematográfica, logró pasar a Francia. Ambos compartían «barracón, chinches y colchones de paja» con el teniente rojo Francisco Vera, derrotado ahora por una trombosis en Navalmoral de la Mata (Cáceres).

Vera reconoció a Sánchez-Albornoz cuando fue nombrado director del Instituto Cervantes en 1991. La relevancia pública del excompañero convicto propició el encuentro. Desde entonces han mantenido contactos anuales hasta la reciente trombosis del exteniente. Tario se presentó a Sánchez-Albornoz durante unas jornadas sobre campos de concentración franquistas celebradas en Barcelona en el 2003. Ninguno de ellos conoce a Elías Borbolla Sánchez, cantero cántabro que también construyó Cuelgamuros en un batallón de trabajadores. Es el cuarto superviviente. Pero a sus 92 años ha perdido la capacidad de recordar.

«El pozo de la memoria se agota. Muy pronto, los historiadores sólo contarán con documentos y no con testimonios directos de los protagonistas para relatar la historia», alerta Sánchez-Albornoz. Queda poco tiempo. El Gobierno prepara una propuesta para restituir la memoria y la dignidad a los vencidos en la guerra. Pretende presentarla en junio al Congreso de los Diputados, tras escuchar y ordenar las sugerencias de más de 35 asociaciones. Quizás decidan que el Valle de los Caídos sea otra cosa. Puede que el cambio llegue demasiado tarde.

Periodista amenazado por Falange.

27 respuestas

  1. Qué de mentiras y qué pereza das.

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  2. Menudo artículo más tendencioso.
    Los enterrados allí son españoles de toda condición e ideología muertos durante la Guerra Civil.
    Es un monumento a la reconciliación que mucha gente no quiere que nunca se consiga y en ello se esfuerzan cada día.

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  3. Parece que sabeis bien poco sobre el Valle de los Caídos. Bien poco por no decir nada.

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  4. es bonito conocer la historia,de este monumento y de este valle

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  5. Es lo que se pretende, dar a conocer la Historia de lugares emblemáticos como éste. Alguno parece no entenderlo así o no quiere que se sepa la verdad.

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  6. Rojo de mierda…como se nota que tu abuelo sobrevivió a la guerra…..¿donde se escondio?

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  7. Se agradece encarecidamente este comentario que nos llega desde Madrid.

    Pues mi abuelo no se escondió en ningún lugar, luchó con el gobierno legítimo de España, el de la república y luego estuvo en Valencia, nuestra tierra.

    Yo no soy catalán, ni los catalanes son ningunos putos, si acaso lo sería un fascista de mierda como tú.

    Disfruta de tu desvergüenza.

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  8. Siento que haya catalanes que piensen así, por suerte aún quedamos muchos que nos sentimos españoles. Viva España!

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  9. No sé lo que quieres decir Jaime, catalanes hay buenos y malos como en todas partes, unos se sienten españoles otros solo catalanes y otros tan catalanes como españoles igual que el resto de los expañoles excepto ciertos grupúsculos fascistoides.
    No se si tu perteneces a ese grupo de fascistas españoles que se creen en posesión del único valor patrio, lo lamentaría si fuera así.
    Todos somos españoles y todos tenemos derecho a interpretar y llevar nuestra españolidad como nos de la real gana y nadie, absolutamente nadie está en posesión del derecho a repartir españolidades a nadie.

    Repito, no soy catalán, ni vivo en Cataluña pero si lo fuera me sentiría orgulloso de serlo.

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  10. Por cierto Jaime, si lees TODO lo que hay en mi blog podrás apreciar que una de las cosas que defiendo es mi derecho a ser y sentirme español.

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  11. Tristes guerras
    si no es amor la empresa.
    Tristes, tristes.

    Tristes armas
    si no son las palabras.
    Tristes, tristes.

    Tristes hombres
    si no mueren de amores.
    Tristes, tristes.

    M.Hernandez

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  12. El juez Baltasar Garzón ha autorizado la exhumación de los cuerpos de ocho republicanos, siete hombres y una mujer, que fueron enterrados sin el conocimiento ni el consentimiento de sus familiares en el monumento que Francisco Franco levantó para conmemorar su victoria y homenajear a los muertos del bando nacional. Es decir, la exhumación de «la caja colectiva o columbario 198, piso 1º, de la Cripta derecha y caja individual 10.672, piso 1º, Cripta África de la Basílica del Valle de los Caídos».
    «Vamos a recuperar a mi padre, a mi tío y a los otros seis fusilados de Pajares de Adaja. Estoy muy contento. Poco a poco, se van cumpliendo nuestros deseos», explicó Fausto Canales, de 74 años, hijo de Valerico y sobrino de Fidel, dos de los ocho republicanos cuyos cuerpos «robó Franco». «Le voy a pedir a los expertos -el equipo de siete especialistas que Garzón ha pedido que le asista en la causa- que elabore un proyecto de exhumación en el Valle de los Caídos. Sé que se van a plantear dificultades, pero esto no debe ser distinto a cualquier otra exhumación», añadió.

    Recuperar los restos del mausoleo no va a ser fácil. Tras la puerta que preside la inscripción «Caídos por Dios y por España 1936-1939», hay un sinfín de nichos -los expertos estiman que entre 40.000 y 60.000- inaccesibles. Canales lo comprobó con sus propios ojos en su penúltima visita al Valle de los Caídos -sólo volverá para llevarse a los suyos a casa, dice-. «Las zonas de columbarios están selladas con chapas de mármol y no son accesibles, pero no es difícil, me pareció, adivinar dónde estaban las puertas de entrada de acceso a ellos», explicó. El mármol no es el único problema. «El benedictino que me señaló el lugar exacto», añadió Canales, «me manifestó que no era partidario de sacar los restos de allí».

    En la caja colectiva que Garzón ha autorizado a recuperar del Valle de los Caídos están Valerico Canales, Celestino Puebla, Emilio Caro, Flora Labajos, Pedro Ángel Sanz, Román González y Víctor Blázquez, miembros de la Casa del Pueblo de Pajares de Adaja (Ávila). Fueron fusilados el 20 de agosto de 1936 por un grupo de falangistas, arrojados a un pozo en desuso en Aldeaseca, un pueblo cercano, y desenterrados 23 años después por un grupo de hombres, que siguiendo órdenes de la misma autoridad que había determinado su muerte, desenterró a los siete republicanos y los trasladó al Valle de los Caídos cuando faltaba un mes para inaugurar el monumento. La caja individual corresponde a Fidel Canales, que murió en el frente y estuvo enterrado en el cementerio de Griñón (Madrid) hasta que el 30 de diciembre de 1968 se depositaron sus restos en el Valle de los Caídos.

    Acabaron allí porque muchas viudas de soldados franquistas no autorizaron el traslado de los restos de sus maridos al monumento de Franco. El régimen necesitaba cuerpos para alimentar aquella enorme cripta, cuya construcción se demoró 20 años, y el Ministerio de la Gobernación los pidió por carta a ayuntamientos de toda España, rogando además, que respondieran «con la mayor brevedad posible». Muchos municipios contestaron que no tenían muertos del bando nacional, pero sí «fosas del ejército rojo». Y Franco cambió su criterio inicial.
    El equipo de expertos inicia su labor

    El equipo de expertos al que el juez Garzón ha pedido que desarrolle las labores de búsqueda y localización de víctimas de la Guerra Civil y la dictadura para atender las peticiones de sus familiares «en un plazo razonable» se reunió ayer por primera vez con el equipo de policía judicial para decidir, entre otras cosas, por dónde empezar. La primera tarea será digitalizar toda la información que las asociaciones de memoria histórica han ido aportando al juez. «El Ministerio de Justicia va a facilitarnos una aplicación inteligente, es decir, un programa informático que se llamará Memoria Histórica, para ordenar toda esa información. Nos han dicho que puede estar listo en un mes», explicó Fernando Magán, abogado de los denunciantes.

    A la reunión asistieron cinco de los siete expertos del grupo: los historiadores Francisco Espinosa y Queralt Solé, el médico forense Francisco Etxeberria, el ex presidente de la Audiencia de Barcelona Antonio Doñate y Manuel Escarda, médico forense que sustituye a la historiadora Maribel Brenes en el grupo. Al encuentro en la Audiencia Nacional, no pudieron asistir el ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo (designado por Garzón) ni el historiador Julián Casanova (elegido por las asociaciones), en Washington.

    Los expertos utilizaron la reunión para definir sus primeras necesidades. De momento, les han pedido que guarden las facturas de sus desplazamientos.

    La noticia está aquí.

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  13. yo fui a verlo con la misma predisposicion de cuando fui a auschwitz,pero cabe decir que una vez allí en este lugar desgraciadamente no ha pasado el tiempo como debería ser..
    ni tan siquiera uan pintadita tipo «y los que cayeron haciendolo»..ni eso

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  14. Yo he podido ir a visitarlo y no he querido.
    Lo que aquí relato hace mucho tiempo que lo sabía, solo que no lo tenía documentado. Era la palabra de los que lo padecieron.

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  15. Una experta propone convertir el Valle de los Caídos en el Museo de los Horrores
    Josefina Cuesta acaba de publicar ‘La odisea de la Memoria’

    Una experta propone convertir el Valle de los Caídos en el Museo de los Horrores
    Josefina Cuesta acaba de publicar ‘La odisea de la Memoria’
    La catedrática reconoce que debería haberse avanzado más en la Ley y pone como ejemplo el Valle de los Caídos, donde haría un «Museo de los Horrores de la Guerra Civil, que albergue todos los elementos históricos de la Dictadura, como expresión de una época».

    Además, Josefina Cuesta afirma que le gustaría «invitar a las familias de Franco y de José Antonio a que se lleven los restos que hay en el Valle de los Caídos y los depositen en un panteón familiar».

    En este sentido, añade que es muy «complicado» que se haga en él un gran panteón de todas las víctimas del franquismo, «por las connotaciones que tiene el sitio».

    La profesora ha utilizado su libro para analizar «cómo los distintos periodos históricos se han enfrentado con su pasado, inmediato o remoto» y profundiza «en los escollos y dificultades de una odisea como la historia de la memoria en España».

    Una de las críticas que lanza la catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca se refiere a que la democracia «no ha terminado de reparar los daños de las víctimas de la Guerra Civil, y que fueron los que sufrieron la represión».

    Cuesta Bustillo ha reclamado que esa reparación «debería haberse hecho antes» y, en su opinión, hay muchas víctimas «que siguen sin recuperar sus derechos», citando a los niños de Rusia, a los maquis o a los guerrilleros.
    La ley del silencio

    La profesora también habla en su libro del miedo de la sociedad a hablar de la Guerra Civil y afirma que «en muchos pueblos de Castilla se sabe lo que pasó durante esa época, pero prefieren callar porque para ellos es más importante vivir juntos que recordar un pasado traumático».
    Para Josefina Cuesta, «la Historia no está cerrada, porque siguen apareciendo interrogantes que se arrojan hacia el pasado».

    «No se puede negar a ninguna generación la respuesta a preguntas que tienen sobre sus familiares o sus antepasados», añade.
    Monumentos colectivos

    Sobre el destino a las fosas donde se enterraron a los fusilados en la Guerra Civil mantiene que «a nadie se le puede negar el derecho a enterrar a sus familiares», aunque reconoce la complejidad que tiene la apertura de esas fosas y la manera de identificar a los cadáveres, por lo que plantea la opción de «erigir monumentos colectivos para evitar el trago de las identificaciones».

    La autora concluye su libro diciendo que «no es de extrañar que distintas asociaciones y ciudadanos de diversa procedencia consideren que ha llegado la hora de quebrar conjuntamente la amnesia y la amnistía, la hora de una memoria con justicia para las víctimas, pero también para los crímenes y sus autores».

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  16. Queralt Solé: «El Valle de los Caídos debe ser un museo como los campos de concentración».
    La principal especialista en fosas comunes de la Guerra Civil, la historiadora Queralt Solé, (Barcelona, 1976) arroja luz en su libro «Els morts clandestins» sobre el traslado hace ahora 50 años de miles de restos a la faraónica tumba de Franco.

    Rafel Montaner, Valencia
    -¿Es posible saber el número de restos que fueron trasladados al Valle de los Caídos?
    -Es muy difícil. Se puede, más o menos, especular una cifra, pero dar un dato concreto es difícil por no decir imposible. Debe haber entre 40.000 y 50.000. Es decir, que los 22.000 nombres recogidos en el Libro de los Muertos se podrían doblar con los desconocidos, pero más lo dudo.
    -¿Qué restos guarda ?
    -La mayoría son soldados y hay de los dos ejércitos, tanto franquista como republicano. ¿Por qué? Yo creo que al principio pensaban y creían que las demandas para trasladar restos a Cuelgamuros también vendrían de las familias de los caídos en la retaguardia, de aquellos a quien el régimen denominaba Mártires. Pero esto tal vez hubiera ocurrido en el año 40, cuando se decidió construir el Valle, que se tenía que haber hecho en un año pero tardaron 19. Y al final de los 50 era ya otra época, con lo que era muy difícil de cumplir esa previsión inicial ya que la gente lo que quiere es tener sus difuntos cerca. Este rechazo se lo encontraron en todos los lados.
    -¿Entonces qué hicieron?
    -Como tenían que llenar el Valle como fuera, empezaron a trasladar fosas de soldados. Primero las grandes fosas del ejército franquista que conocían. Muchas de ellas estaban abandonadas en prados y campos, o sea que tampoco es que Franco cuidara mucho a sus propios héroes, por no decir nada. Y después siguieron con las fosas de soldados republicanos. La diferencia es que de estas últimas sólo sabemos la cifra, más o menos, de los restos que se llevaron pero no su identidad.
    – ¿Pero, estaba de verdad pensado para los dos bandos?
    -No. En el año 40, cuando sale el primer decreto y todas las declaraciones iniciales del régimen sobre el Valle, se ve claramente que es para sus caídos, mártires y héroes. Lo que pasa es que, más que la negativa de las familias a los traslados, cambia la situación internacional de España. No es lo mismo el año 40 que el 59, cuando se inaugura el Valle. Incluso, ha cambiado el discurso del régimen, que de hablar sólo de la Victoria ha pasado a aquello de los «20 años de paz». Independientemente de este gesto, Cuelgamuros era tan enorme y colosal que era muy difícil mantener la frontera entre vencedores y vencidos
    -Hay quien piensa que es un monumento franquista y por tanto deberían desmantelarlo…
    -Para mi desmantelarlo sería un error. Creo que se ha de convertir en un museo, siempre lo he pensado. Eso se esta haciendo alrededor del mundo con los vestigios de dictaduras o de guerras. Aquí, en Europa, tenemos ejemplos de eso, los más claros pueden ser que sean los campos de concentración alemanes. En todos los lados lo que se hace es hacer un ejemplo de lo que no puede volver a pasar, es decir que sea una cosa educativa.
    -¿Y cómo se consigue eso?
    -Hay que hacer el Valle absolutamente transparente, en el sentido de que se sepa absolutamente todo sobre él, todo. Cuánto costó realmente, qué ocurrió, cómo fue su construcción, los presos que murieron levantándolo, cómo están los restos que guarda… Es decir, convertirlo en un museo que se pueda visitar para ver lo que era el franquismo.

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  17. ´Lo llenaron de huesos sin preocuparse de nada´

    R. Montaner, Valencia
    -El porcentaje de restos que se trasladaron con autorización de las familias es ínfimo, un 4% en la C. Valenciana. ¿Es lo general?
    -Como mínimo en Cataluña también pasa lo mismo. Como optan por trasladar grandes fosas de soldados, lo que no hacen es buscar a sus familiares. Pero sí que lo publican en los Boletines Oficiales de las provincias. No fue una operación secreta, puesto que en los diarios aparecen constantemente noticias sobre los traslados. Lo que sucede es que las familias de los militares republicanos no podían ni imaginarse que los suyos fueran a ser trasladados allí, ni mucho menos pensar que el régimen tuviera ninguna preocupación por informarles.
    -Y, con sus «héroes» ¿Qué paso?
    -La gran mayoría de las familias de soldados franquistas caídos en el frente no recibieron ninguna carta informándoles de que sus allegados iban a ser trasladados al Valle. Al contrario, cuando se sabía el nombre, los certificados individuales que se hicieron por cada soldado exhumado nunca se enviaron a las familias. Se mandaron a los Gobiernos civiles o a los ayuntamientos para que estos los remitieran a las familias, pero esos documentos todavía siguen allí. Quiero decir, que muchas familias de soldados franquistas no saben que tienen a su ser querido en el Valle. Se fue a abrir fosas, a llenar cajas y llevarlas al Valle con el fin de llenarlo de huesos… Sin preocuparse de nada más.

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  18. usted es tambien de aquellos que piensan de que franco fue un dictador malo y castro es de los buenos?

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    • Yo a Francisco Franco le he conocido desde 1952 hasta que murió en 1.975; me imagino que tendré algún derecho para opinar sobre el mismo y si Franco fue , no un dictador malo, no, fue un grandísimo hijo de puta. ¿Le ha quedado clara mi opinión sobre él?. Espero que si.
      Yo no le conozco a usted por lo que no me permito hacer juicios de valor sobre su dignidad personal o sobre su ideología.
      Solo le diré que tengo familiares y amigos que pasaron por la construcción del Valle de los Caidos como prisioneros de guerra por ser republicanos. Probablemente si usted pertenece a esos que se conocen como franquistas, le hayan negado estos hechos, pero son reales, como lo fue la persecución sufrida por los republicanos.
      ¿Usted pertenece a esa gentuza que sigue considerando como salvajes y mal nacidos a quienes perdieron la guerra?.

      En cuanto a Fidel Castro que no sé a santo de que le trae a este post, mire a ese le juzgará la Historia y los cubanos, yo sobre él solo opino lo mismo que opina todo el mundo que para unos fue buenísimo, para otros un hijo de puta, como su amigo Franco, y para la mayoría fue una gran persona que hizo una revolución necesaria en Cuba y que el poder acabó por pervertirle.
      Tras comprobar su IP, comprendo la razón por la que me ha traído a Fidel Castro; en USA viven ustedes obsesionados con el dictador cubano que ha sido más dictador gracias a los norteamericanos y su boicot.

      Y ahora le diré una cosa, este blog es mío y a él traigo aquellos temas que me interesan, verá usted que el blog es muy variado, que yo le permito a usted y a quien sea que opinen y discrepen de mi con absoluta libertad; solo hay unas cuantas cosas que no permito y que son los insultos ( no es su caso) y los juicios de valor sobre mi persona o cualquier otro que pueda participar opinando ( no es su caso pero se ha quedado cerca, al menos es lo que me ha parecido). Por lo demás puede volver cuando quiera.
      Un saludo.

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  19. El Valle de los Caídos, en el Congreso
    Herrera insta al Gobierno a que los restos de los republicanos que fueron enterrados con Franco sean devueltos a sus familiares

    NATALIA JUNQUERA 30/09/2009
    El Congreso debatirá hoy sobre la posibilidad de devolver a sus familiares los restos de los republicanos que fueron enterrados en el Valle de los Caídos. El diputado Joan Herrera presentará esta tarde, a las 16.30 una proposición no de ley que insta a hacer todo lo posible para que los que nunca autorizaron que los suyos fueran enterrados junto a su verdugo, Francisco Franco, puedan recuperar los cuerpos.
    En los festejos del primer aniversario de su victoria, en 1940, cuando Franco explica a sus hombres de confianza y a embajadores de la Alemania nazi y la Italia fascista su gran proyecto, no tenía ninguna intención de incluir en el Valle de los Caídos a los muertos del bando enemigo. Pero tampoco pensaba que fuera a tardar 20 años en construirlo. Muchas viudas de soldados franquistas no autorizaron el traslado de los cuerpos de sus maridos al mausoleo. El régimen necesitaba cuerpos para alimentar aquella enorme cripta y el Ministerio de la Gobernación los pidió por carta a ayuntamientos de toda España, rogando, además, que respondieran «con la mayor brevedad posible». Muchos municipios contestaron que no tenían muertos franquistas, pero sí «fosas del ejército rojo». Así fue como el dictador robó cadáveres para hacer apología de sí mismo.

    Es el caso de ocho republicanos (siete hombres y una mujer) que fueron fusilados el 20 de agosto de 1936 por un grupo de falangistas, arrojados a un pozo en desuso en Aldeaseca, y desenterrados 23 años después por un grupo de hombres, que siguiendo órdenes de la misma autoridad que había determinado su muerte, los desenterró y los trasladó al Valle de los Caídos cuando faltaba un mes para inaugurar el monumento. También el de Jaume Colom, un soldado republicano que murió de tifus en Lleida tras caer preso. Su familia descubrió con espanto el año pasado gracias a la historiadora Queralt Solé que no estaba en el lugar al que solían llevarle flores sino enterrado junto al dictador.

    El texto de la proposición no de ley recuerda: «El Estado tiene una responsabilidad moral con las personas que defendieron la República de un levantamiento militar y, además, con las familias de las personas enterradas en un emplazamiento como el Valle de Los Caídos, que forma parte del Patrimonio del Estado».

    Herrera quiere que el Congreso inste al Gobierno a elaborar en un plazo máximo de seis meses «un censo de todas las personas que se encuentran enterradas las instalaciones que pertenecen al Patrimonio del Estado, como el Valle de Los Caídos y a ponerse en contacto en un plazo máximo de tres meses desde la finalización del censo, con los familiares de estas personas para comunicarles dónde se encuentran los restos del ser querido con la finalidad de acordar qué se debe hacer con estos restos».

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  20. Piden al Gobierno que saque los restos de Franco del Valle de los Caídos

    La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha pedido al Gobierno que extraiga los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos ya que consideran una falta de respeto que las «víctimas de la dictadura» tengan que pagar con sus impuestos el mantenimiento del mausoleo.

    ARHM ha mostrado su satisfacción por los «avances» realizados en el Congreso de los Diputados, Cámara que el miércoles aprobó una proposición no de ley por la que el Gobierno dispondrá de seis meses para confeccionar un censo de las personas enterradas en el Valle de los Caídos, tal como explica en un comunicado.

    Sin embargo, la asociación ha calificado de «lamentable» que no se afronte la existencia de un monumento «que exalta a un militar golpista, que orquestó y dirigió una sangrienta dictadura y que no merece que una democracia sostenga el mausoleo» donde se encuentra enterrado.

    Fuera del mausoleo

    Por ello, ha solicitado al Ejecutivo que afronte «de forma integral» este asunto, a la vez que ha afirmado que los restos de Franco y de José Antonio Primo de Rivera deberían ser extraídos del mausoleo y entregados a sus familias para que puedan disponer de ellos.

    Respecto al monumento del Valle de los Caídos, la asociación ha señalado que debería dedicarse a la memoria de los «miles de hombres que lo construyeron, de los demócratas que se opusieron a la toma del poder por la fuerza» y a la de «aquellos que trabajaron como esclavos y picaron esas rocas».

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  21. Porque no se convierte el Valle de los Caidos en monumento europeo a los fascistas Hitler, Mussolini y Franco, estos tres amigos que han sido la verguenza de nuestra historia comun del siglo XX.

    O bien se va a atrevir alguien a dinamitar-lo? Cuanto antes mejor.

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  22. […] le preguntaron al funcionario dónde le habían enterrado y éste les dijo que miraran en el Valle de los Caídos. Fueron allí, pero aquello estaba cerrado y no les dieron razón. Ahora la mujer empujaba al viejo […]

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  23. Dejad que los muertos descansen en paz, dejad, que la memoria solo quede plasmada en los tratados de historia, para que los tiempos venideros cada cual extraiga sus concluiones estando libres de heridas recien cicatrizadas, dejad de enfrentar perspestivas historicas donde cada uno cree ser poseedor de la razón absoluta pues mantendra el odio bajo las brasas latente aún hoy en dia. Dejad de eligiros en guardianes de la memoria de la barbarie de una guerra civil, dejad que sean los historiadores los que den pruebas de la hstoria, dejad que todos los españoles sea cual fuere su ideologia cogidos todos de la mano caminemos hacia adelante y nos adentremos en el tercer milenio sin «Memoria» y con libros de historias bajo el brazo para hacer una España fuerte, plural y unida.
    Y por último dejad, que el perdón impere y restañe pasadas heridas distorisionadas por el paso de los años.

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  24. yo nunca justificare la dictadura ni los crimenes cometidos por Franco, pues ellos no tienen aprobacion ante los ojos de Dios. pero si quisiera destacar que gracias a Franco, el maldito y despresiable comunismo no logro entrar en nuestra querida patria espaniola, y este es un gran merito que no se le puede quitar, aunque su metodo no alla sido el mas «democratico». si no fuera por el, ahora estariamos pasando tremenda miseria peor que la de los paises exs integrantes de la exs union sovietica. a largo plaso, y despues de mucho tiempo, podemos darnos cuenta de que al final todo termino en beneficio para la sociedad espaniola. no me himajino que hubiera sido de nosotros los espanioles si nuestra nacion hubiera caido bajo la tirania comunista. !gracias Franco!

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