A 40 años de la matanza de Tlatelolco

Una manifestación estudiantil en la capital de México, el 2 de octubre de 1968, se convirtió en una escena de terror.

Archivo de El Universal.

El movimiento estudiantil fue el que asumió el liderazgo de las luchas sociales de los mexicanos en 1968.

Las muertes ocurridas en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco representan uno de los capítulos más devastadores de la historia mexicana y, para muchos, marcaron un punto de inflexión en el desarrollo sociopolítico de ese país.

Muchas han sido las versiones que han surgido de por qué se desató la violencia.

Tampoco hay consenso sobre la cifra de muertos. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz dijo que habían perecido alrededor de 30 personas, mientras que las organizaciones de derechos humanos y corresponsales extranjeros contaron más de 300 cadáveres.

Aún no se conocen los nombres de las víctimas, ni qué pasó con sus cuerpos sin vida.

Lo único cierto es que cada 2 de octubre hay voces que piden que se esclarezcan los hechos.

Durante el gobierno de Vicente Fox, se creó una Fiscalía Especial para investigar la masacre. Sin embargo, hasta ahora no se ha condenado a nadie por lo ocurrido.

A 40 años de la matanza, México recuerda a los caídos y analiza el legado que le dejó el movimiento juvenil de 1968, que para muchos sentó las bases de la democracia de ese país.

Margarita Rodríguez
BBC Mundo

A 40 años de la llamada matanza de Tlatelolco, BBC Mundo le hizo evocar al intelectual mexicano Carlos Monsiváis uno de los momentos más estremecedores de la historia contemporánea de México.

Carlos Monsivais Monsiváis ha sido una de las plumas más lúcidas de la izquierda latinoamericana.

“El 2 de octubre, llegué tarde a la Plaza de las Tres Culturas. Entré y aquello era simplemente un infierno y lo recuerdo todo como una pesadilla graduada por el sonido. En un momento dado hablé con un amigo que había grabado el ruido de las metrallas, los tiros, y durante veinte y tantos minutos escuché absolutamente acongojado ese estrépito infernal”, dijo el escritor.

“Recuerdo que esa noche nos la pasamos hablando por teléfono a ver qué había pasado, qué amigos habían resultado heridos o muertos. Por fortuna, ninguno de los amigos cercanos. En realidad las víctimas eran gente, sobre todo, muy joven o vecinos de Tlatelolco”.

El ensayista recuerda que esa noche hubo dos mil detenidos, de los cuales cien estuvieron en la cárcel por tres años.

“Lo veo (ese día) como uno de los días más tristes de mi vida”.

Monsiváis, quien se considera miembro de una generación anterior a la de 1968, terminó sus estudios en 1959 en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, continuaba involucrado activamente con esa casa de estudios.

“Trabajaba en la UNAM, participé la Asamblea de intelectuales, escritores y artistas en apoyo del movimiento, tenía a mi cargo un programa de radio que fue muy solidario y escribía crónicas”.

Margarita Rodríguez
BBC Mundo

La escritora mexicana Ángeles Mastretta, Premio Rómulo Gallegos de Literatura 1997 por su novela “Mal de amores”, conversó con BBC Mundo sobre sus recuerdos de los hechos acontecidos en la Plaza de las Tres Culturas.

Ángeles Mastretta, fotografia de Dora Franco
Tlatelolco «se oía, pero como algo que había pasado en otra parte» (Foto: Dora Franco).

“Debo confesarte que en ese momento yo era una niña mensa”, señaló la autora que en esa época cursaba la preparatoria.

“Vivía en Puebla, en la provincia, y no tenía mucha idea de lo que pasaba en el país. Cosa que, por otro lado, no era difícil que sucediera. Había un noticiero de televisión que estaba controlado por el gobierno y varios periódicos, pero sólo dos llegaban a Puebla, los cuales también estaban controlados”.

De acuerdo con la literata, los acontecimientos ocurridos en Tlatelolco “se oían pero como algo que había pasado en otra parte”.

Dos años después, Mastretta se mudó a la Ciudad de México. Allí –asegura- «reaprendió» el mundo de otra manera.

Egresó de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y se dedicó al periodismo.

«Gracias por despertarnos»

Margarita Rodríguez
Redacción BBC Mundo

La generación mexicana de 1968 ha sido analizada por expertos de diferentes disciplinas, pero ¿cómo es percibida por sus herederos? Leticia Bahena Vázquez, una estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, le dijo a BBC Mundo que al recordar a quienes estuvieron en la plaza de Tlatelolco hace 40 años, siente deseos de decir una palabra: «gracias».

Leticia Bahena Vázquez, estudiante de la UNAM
Estamos en una época de desencanto y en el 68 todo pintaba como para esperanza. ‘El atrévete a soñar’, era muy diferente la situación
Leticia Bahena Vázquez, estudiante de la UNAM

«Les daría las gracias por abrirle los ojos a una sociedad tan adormecida que teníamos en ese entonces. Gracias porque nos permitieron alzar una voz entre todos los murmullos que se escuchaban. Gracias por demostrarnos que con la unidad se puede hacer más de lo que puede hacer una sola persona. Gracias por toda esa enseñanza de exigir, de salir y de defender. Gracias por despertarnos», dijo Bahena.

De acuerdo con la estudiante del octavo semestre de Sociología, hay muchas lecciones que los jóvenes mexicanos pueden extraer del movimiento del 68.

«Los jóvenes le dieron una lección a la sociedad adulta, que ya estaba enfrascada en un conformismo, en un: ‘las cosas son así y no se puede hacer nada’, en la apatía. Creo que lo que hay que aprender de ellos es el sentimiento de unidad. En el 68 se unieron jóvenes de todos lados, no sólo de la UNAM o del Politécnico, que son las universidades públicas», indicó la joven de 25 años.

Para Bahena, también se debe retomar el idealismo que caracterizó esa época. La convicción de que se debe luchar por «lo que uno cree y piensa que es correcto».

El reto de los jóvenes del 68 era el de enfrentarse a un gobierno autoritario y exigir democracia y más libertades.

Igualdad

¿Cuáles son las luchas de tu generación? le preguntamos a la estudiante.

A mí mi mamá me lo contó. De hecho ella vivía en Tlatelolco, vivía enfrentito. En sus relatos, me contaba que ayudó a muchos estudiantes a esconderse en su casa, que los metían en botes en el closet, en todos lados

«Esa democracia que pedían fue hace 40 años y a la fecha no la hemos visto del todo. Nos han estado dando probaditas. Yo creo que (se debe) exigir más que democracia, yo creo (se debe exigir) justicia e igualdad».

Para Bahena, la movilización estudiantil del 68 fue clave para la transformación política de su país.

«Fue muy importante porque desde ese entonces se sentaron las bases de saber que la sociedad organizada podía manifestarse».

Sin embargo, algunos de los jóvenes del 68 pagaron con sus vidas su heroísmo.

«Desafortunadamente, en México se han tenido que lograr muchos avances y muchas cosas por medio de fenómenos dolorosos y lamentables».

Sólo, explica la estudiante, para que el gobierno se detenga y se de cuenta de la realidad que vive el país.

«En este país es necesario que pasen cosas así para que se pueda enfocar», señaló Bahena.

«Mi mamá me contó»

La universitaria, al igual que muchos jóvenes de su generación, crecieron con las historias de lo que había pasado el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.

«A mí mi mamá me lo contó. De hecho ella vivía en Tlatelolco, vivía enfrentito. En sus relatos, me contaba que ayudó a muchos estudiantes a esconderse en su casa, que los metían en botes en el closet, en todos lados. Ellos los ayudaron. Siempre me contaba lo que había pasado al día siguiente. Todos los relatos a mí me evocaban un horror espantoso».

Protesta en Londres, en 1968, frente a la sede de la embajada de Estados Unidos.

Para Bahena, lo que sucedió en México en 1968 formó parte de una cadena de acontecimientos mundiales.

Al ver lo que hicieron los jóvenes de 1968 ¿crees que le falta valentía a tu generación o son dos momentos históricos diferentes?, indagamos.

«Son dos momentos históricos bien diferentes, porque además en el 68 se tenía el antecedente de movilizaciones estudiantiles a lo largo del mundo. Fue una especie de situación contagiosa que estaba en todos los ánimos, no sólo en las rebeliones estudiantiles, sino que también estaba el movimiento de los hippies, de la libertad de expresión, de muchos sentimientos e ideas reprimidas en todos lados, no solamente aquí. Yo creo que el 68 fue más que nada el resultado de la situación mundial como todos los procesos históricos».

Para Bahena, no se trata de cobardía sino de apatía. A su generación la califica de desesperanzada y desencantada.

«No creo que aquí haga falta valentía, simplemente que las circunstancias no están dadas de la misma manera. Incluso estas generaciones vienen como muy apáticas. Ya demostrando un individualismo propio de las sociedades de consumo muy profundo, en donde ya no hay sentimientos de solidaridad», indicó la estudiante.

«Estamos en una época de desencanto y en el 68 todo pintaba como para esperanza. ‘El atrévete a soñar’, era muy diferente la situación», señaló Bahena.

En Busca de la verdad, recorra la cronología

«El 68 sentó las bases del México actual»

Margarita Rodríguez

El 2 de octubre de 1968 marcó un antes y un después en la historia de México

Archivo de El Universal
(El movimiento del 68) representó el primer gran evento colectivo importante en la historia contemporánea de México, pues se pudo crear un frente estudiantil -con muchas simpatías en clases medias y en muchos otros sectores de la sociedad- que posibilitó ese desafío

Lo que se conoce como la matanza de la Plaza de las Tres Culturas marcó profundamente a los mexicanos, pues esa fue la primera vez que un gobierno respondía a un desafío colectivo con tal contundencia, señaló a BBC Mundo, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Armando López Leyva.

De acuerdo con el especialista en sociología política, la relación entre el Estado y la sociedad cambió dramáticamente a partir de esa matanza, cuyo recuerdo ha pasado de generación a generación.

El investigador conversó con BBC Mundo sobre la herencia social y política que le dejó la matanza de Tlatelolco a la sociedad mexicana.

¿Cómo recuerda México la matanza de Tlatelolco?

No sería exagerado decir que fue un hito en la historia social y política de México.

Desde el punto de vista político, se le recuerda como un momento en que el régimen autoritario mexicano sufrió una fisura muy importante, en tanto que fue un desafío directo al presidente, pues las autoridades del distrito federal dependían de la presidencia de la República.

En la parte social representó el primer gran evento colectivo importante en la historia contemporánea de México, pues se pudo crear un frente estudiantil -con muchas simpatías en clases medias y en muchos otros sectores de la sociedad- que posibilitó ese desafío.

¿Qué sigue vigente de aquella confrontación?

Lo que se puede retomar de ese movimiento, con todas las diferencias del caso, es la polarización social.

Armando López Lyeva. Foto tomada de la Red de Investigadores de la Calidad de la Democracia en América Latina

Según López Leyva, los acontecimientos de 1968 segurirán marcando a las próximas generaciones.

Son contextos diferentes: en aquel entonces veníamos saliendo de una economía que estaba creciendo, pero que en pocos años dejaría de hacerlo y entraría en crisis.

Por otra parte, los grupos sociales que tenían más éxito desafiando y demandado cosas eran las clases medias, pues los movimientos previos al 68 habían sido de los médicos y de los maestros.

Ahí se empezó a generar la dinámica de polarización y de confrontación entre el gobierno y otros grupos.

Creo que algo que se puede rescatar para el día de hoy es justamente eso. Quizás sin identificaciones claras (estudiantes, obreros, campesinos), hay frentes que siguen sintiéndose agraviados por ciertas injusticias. En ese sentido, se pueden rastrear ciertas herencias del 68 hasta nuestros días.

¿Cuál es el legado de la matanza de Tlatelolco para las nuevas generaciones?

Es un momento muy importante en la historia de México y tan es así que se ha grabado en la memoria colectiva. Cada 2 de octubre hay manifestaciones que, aunque pudieran parecer una mescolanza de nuevas y viejas demandas, son una muestra de que la gente y los jóvenes se movilizan porque ha quedado una marca indeleble.

Quizás los jóvenes no sepan con tanto detalle en que consistió, pero sí saben que era un momento importante.

No tengo la menor duda que será recordado como una rememoración de las luchas de los sesenta por alcanzar la democracia en México.

¿Lo que sucedió en 1968 sentó las bases de lo que es actualmente la sociedad mexicana?

Si bien el 68 fue reprimido, sentó las bases para que la gente viera que se podía demandar y reclamar. Si uno revisa lo que pasó dos años después, se da cuenta que los setentas fue un periodo de efervescencia social. La gente empezó a ver que sus posibilidades de manifestar comenzaban a crecer, aún cuando la amenaza de la represión estaba latente

Sí, primero porque dejó una marca cultural (…), pero también las sentó en cuanto a las expectativas de cambio que la gente podía tener. Eso es muy importante. Si bien el 68 fue reprimido, sentó las bases para que la gente viera que se podía demandar y reclamar. Si uno revisa lo que pasó dos años después, se da cuenta que los setentas fue un periodo de efervescencia social. La gente empezó a ver que sus posibilidades de manifestar comenzaban a crecer, aún cuando la amenaza de la represión estaba latente.

¿En el futuro se seguirá escuchando la consigna «El 2 de octubre no se olvida»?

Seguramente. Insisto en que el significado y la interpretación de esa fecha van a variar con el tiempo, como varían en general todas las fechas importantes, en buena medida porque los autores que estuvieron involucrados van envejeciendo y las nuevas generaciones van tomando su lugar.

La mescolanza de peticiones va a provocar que el 2 de octubre no sólo sea una fecha para recordar la matanza de Tlatelolco sino para que se canalicen otras demandas sociales.

En 1968, los estudiantes eran protagonistas sociales ¿Actualmente los estudiantes desempeñan un rol destacado en la sociedad mexicana?

En el sentido de los estudiantes que se movilizaron en 1968 y en acontecimientos posteriores como en 1986 o incluso en 1999 y 2000, cuando se llevó a cabo la última gran huelga de UNAM, pienso que no. Creo que esa figura se ha desarticulado.

Manifestación del 2 de octubre de 2006 en México

Cada 2 de octubre, los mexicanos recuerdan la masacre, pero también expresan sus demandas sociales.

Aunque, si fuéramos justos, debemos decir que no es una figura que se mantenga estática. Quizás mañana o en un año, esa figura volverá a cobrar valor, pues depende de las circunstancias y de ciertos agravios que se puedan articular.

Por ejemplo, entre 1999 y 2000, ninguno de los que estábamos vinculados de un modo u otro a la UNAM, esperábamos que la huelga que comenzó en el 99 fuera a durar, justamente porque pensábamos que los estudiantes estaban desmovilizados, eran apolíticos y no tenían mucho interés. Sin embargo, fue una huelga que duró prácticamente un año.

Por eso, mi respuesta es que no tienen el mismo protagonismo que el 68, pero eso no significa que no lo pueda tener en el futuro.

¿Generó frustración en la sociedad mexicana el hecho de que en el informe sobre la matanza de Tlatelolco la Fiscalía Especial advirtiera sobre la imposibilidad de aplicar justicia?

Mi impresión es que en México, esta justicia del pasado -como la han llamado en otros países- no ha tenido el mismo impacto que en naciones como Argentina o Chile.

La verdad es que México ha cambiado bastante. Con esos cambios han venido ciertas debilidades, el problema que ahora tenemos es el de la inseguridad, por citar uno. Es un problema nuevo. Hace diez años no se percibía que tuviésemos una sensación de inseguridad como la de ahora

Creo que se puede explicar por el tipo de régimen que había en México: nunca fue un régimen militar, nunca fue un régimen dictatorial, aunque sí fue un régimen autoritario, con ciertas bondades sociales. Eso tiende a aminorar mucho la carga de responsabilidad en el imaginario colectivo.

Por otro lado, eran muy pocos los sectores que estaban realmente interesados en hacer justicia con el pasado. No es que no haya sido importante hacer rendir cuentas al pasado y particularmente a las figuras policíacas más temibles, sino que fueron pocos los que estuvieron involucrados en ese proceso.

Las expectativas sociales en esa fiscalía eran muy bajas, por eso pienso que difícilmente existe una sensación de frustración.

¿Cuánto ha cambiado México desde 1968?

Ha cambiado muchísimo, aunque habrá quien pueda decir que estamos igual que hace 40 años.

La verdad es que México ha cambiado bastante. Con esos cambios han venido ciertas debilidades, el problema que ahora tenemos es el de la inseguridad, por citar uno. Es un problema nuevo. Hace diez años no se percibía que tuviésemos una sensación de inseguridad como la de ahora. Muy probablemente porque la manera que tenía el régimen anterior de controlar esos grupos era diferente.

Manifestación del 2 de octubre de 2006 en México

El 2 de octubre de 2006, un grupo de jóvenes participó de la reconstrucción teatral de la matanza.

En términos políticos, hay un cambio más que sustancial. Hay muchos partidos políticos, pluralidad y alternancia, no sólo en los poderes locales, sino en el Ejecutivo.

¿Con lo que pasó en 1968, se manchó con desconfianza la relación entre los mexicanos y sus cuerpos de seguridad?

Mi impresión es que esa desconfianza data de antes del 68. La actuación de los cuerpos de seguridad y policíacos antes del 68 tiene muchísimas manchas y desparecidos. La diferencia entre los incidentes previos y los del 68, es que antes de esa fecha ningún presidente se había atrevido a enfrentar un desafío colectivo a manera de masacre, de matanza pública, y además defenderla como lo hizo Gustavo Díaz Ordaz.

Antes, hubo actos de represión focalizados y se utilizaba a la policía pública o a los cuerpos de seguridad privada y secreta que tenía el Estado.

Esa desconfianza la venimos cargando hasta el día de hoy.

Es decir, actualmente no existe confianza…

No, incluso si revisa las encuestas, por ejemplo la que hizo el grupo Reforma, sobre la confianza en las instituciones, la policía aparece en los últimos lugares.

Cuando uno ve todos estos casos de secuestros o robos, siempre aparece un policía involucrado. La desconfianza que podía parecer innata o natural del mexicano, se refuerza.

«La gente dejó de creer en el gobierno»

Redacción BBC Mundo

Durante años se ha cuestionado el papel que jugaron los medios de comunicación mexicanos al informar sobre la matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México.

El ex presidente de México, Luis Echeverria Álvarez

El ex presidente Luis Echeverría Álvarez estuvo bajo arresto domiciliario durante un tiempo.

En los primeros días tras la masacre, cometida por fuerzas gubernamentales sobre miles de estudiantes y sindicalistas concentrados en esa plaza de la capital mexicana, los medios ofrecieron únicamente la versión oficial de los hechos, que culpaba de lo ocurrido a un «grupo de terroristas» y que cifraba los fallecidos en 30.

Años más tarde y a medida que salieron a la luz los testimonios de aquellos que presenciaron la matanza, se pudo saber que las víctimas fueron muchas más y que la responsabilidad correspondió en exclusiva a las fuerzas gubernamentales.

Con motivo del 40 aniversario de la matanza de Tlatelolco, BBC Mundo conversó con José Carreño, subdirector de opinión del periódico mexicano El Universal.


¿Como afronta México el 40º aniversario de la matanza de Tlatelolco?

Creo que el país está en condiciones de asimilar todo lo que se pueda decir sobre lo sucedido en 1968. Ahora lo que queda por hacer es medir su impacto histórico. Todavía hay muchas cosas que debemos indagar y evaluar.

¿Qué papel jugaron los medios de comunicación en los días, meses y años posteriores a la matanza y cómo ha ido cambiando ese papel a medida que se ha conocido la magnitud de lo sucedido?

Los primeros días tras la matanza la mayoría de los medios reflejaron la versión oficial de los hechos, que aseguraba que un grupo de terroristas había atacado a soldados del ejército cuando éstos se disponían a disolver un mitin en la Plaza de las Tres Culturas.

José Carreño, ubdirector de opinión del periódico mexicano El Universal
Parafraseando al crítico mexicano Carlos Monsiváis, diría que hace 30 se necesitaba mucho valor para criticar al presidente de la república y ahora hace falta mucho valor para no hacerlo

Fue así porque ese era el estilo de la prensa de la época. En los años 60 y 70 el gobierno mexicano tenía un peso enorme en términos económicos gracias a la publicidad. Había periódicos en los que un 70% de la publicidad era gubernamental.

También podía utilizar la censura, ya que tenía el control del papel y de la tinta de impresión.

Con el paso del tiempo esa situación empezó a cambiar.

A mediados de los 70 aparecieron periódicos muy críticos, como la revista Proceso.

Con ellos empezaron a surgir cuestionamientos abiertos de la verdad gubernamental, y la sociedad empezó a darse cuenta de toda una serie de factores de gobierno que incidían en su contra.

La gente se percató de que el gobierno no tiene todas las respuestas y la prensa empezó a asumir un papel más critico, mas informativo, más de acuerdo con lo que se supone que debería ser su función en la sociedad.

Parafraseando al crítico mexicano Carlos Monsiváis, diría que hace 30 años se necesitaba mucho valor para criticar al presidente de la república y ahora hace falta mucho valor para no hacerlo.

¿Qué lugar ocupan los eventos de Tlatelolco en la historia de México?

Son muy importantes. Fue una demostración de la incapacidad del régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para responder con diálogo o con una cierta apertura a las demandas estudiantiles.

La gente dejó de creer en el gobierno cuando empezó a transcender la enormidad de la matanza

Lo sucedido en Tlatelolco fue una agresión contra una masa de civiles inermes. Los terroristas de los que se habló en la época eran en realidad policías disfrazados. El conocimiento de todo eso ha tenido un impacto político enorme en la vida del país.

La gente dejó de creer en el gobierno cuando empezó a transcender la enormidad de la matanza.

¿Qué más cambió en México tras conocerse la verdad sobre lo sucedido ese 2 de octubre?

Muchas cosas importantes. No sólo la relación entre sociedad y gobierno, sino también la relación entre la prensa y el poder.

También provocó la génesis de un movimiento de izquierda que ha ido creciendo a lo largo de los años. Incluso los sectores de derecha ejercieron presión social.

Las nuevas generaciones de mexicanos tienen una visión completamente distinta del país, del gobierno y de lo que debe ser su actuación en términos de nación

Además no hay que olvidar que la generación que fue reprimida en el 68 es la que está ahora en el poder.

Las nuevas generaciones de mexicanos tienen una visión completamente distinta del país, del gobierno y de lo que debe ser su actuación en términos de nación.

El movimiento del 68 se concentró en la Ciudad de México y ésta es el corazón, el alma y la mente del país. El cambio en ese corazón fue fundamental para las transformaciones que se dieron en el resto del país. La apertura política que hay hoy en México no puede explicarse sin tener en cuenta lo sucedido en el 68.

Pese a que finalmente se ha ido conociendo la verdad sobre lo que pasó en Tlatelolco y que diferentes gobiernos han creado comisiones de investigación para depurar responsabilidades, nadie ha sido condenado por lo sucedido. ¿Qué sienten los mexicanos ante esa impunidad?

Muchos de los culpables murieron hace tiempo, lo que lo hace un poco más difícil.

El ex presidente Luis Echeverría Álvarez (quien en 1968 era secretario de Gobernación), estuvo bajo arresto domiciliario durante un tiempo.

Uno de los problemas es la falta de material gráfico. Horas después de la masacre agentes del gobierno se presentaron en los archivos de los periódicos para requisar las fotografías tomadas en la plaza.

Es por ello que la identificación de alguna gente directamente responsable de los abusos que se cometieron fue todavía más difícil.

Además, a pesar del tiempo transcurrido todavía hay gente que tiene interés en que no se investigue, ya que todavía creen que los que se manifestaron en el 68 obedecían a algún tipo de conjura o estaban atentando contra el país.

A ningún grupo de poder le interesa verse sometido a juicio y ciertamente no a un juicio de ese tipo. Aunque ya no tendría mayores consecuencias políticas, volvería a poner nuevos baldones negros sobre algunos grupos políticos que tienen herederos que ahora quieren evitar que eso suceda.

«Peor que los bombardeos de Londres»

Redacción BBC Mundo

Poco podía imaginar el periodista británico Robert Trevor que durante el viaje que le llevó a Ciudad de México en octubre de 1968 para informar sobre los Juegos Olímpicos viviría «la noche más terrorífica» de su vida: la matanza de Tlatelolco, a la que considera peor que los bombardeos de Londres en 1940.

Robert Trevor publicó la historia de lo que vivió en el diario británico para el que trabajaba.

Trevor, que por aquél entonces tenía 34 años, trabajaba como editor de deportes para el diario London Evening News. Las de México eran las terceras Olimpiadas que cubría como periodista.

Pese a las tensiones sociales y políticas vividas en la nación latinoamericana en los meses y días previos a los Juegos, el reportero, que viajaba por primera vez al país, encontró una ciudad en calma.

«Trabajaba desde la villa olímpica, donde se albergaban los atletas. Allí se veía a los mexicanos muy contentos de poder organizar los Juegos. No presencié ningún tipo de protesta política», le contó a BBC Mundo.

Tras varios días visitando los lugares donde tendrían lugar los eventos deportivos, el 2 de octubre Trevor se enteró de que en la Plaza de las Tres Culturas iba a celebrarse una manifestación y decidió acercarse al lugar para ver si podía encontrar alguna historia que pudiera interesarle al diario para el que trabajaba.

Concentración pacífica

«En la plaza había mucha gente, unas 3.000 personas. Al principio había un ambiente muy pacífico. La gente escuchaba los discursos en los que se pedía la dimisión del presidente, y se exigía que el gobierno actuara conforme a la Constitución mexicana. También hacían llamados a favor de una vivienda digna, una mejor educación…», explica el reportero.

Robert Trevor
Antes de que la gente pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando llegaron helicópteros armados que empezaron a disparar a la multitud, sin que mediara ningún tipo de provocación

Según Trevor, la mayor parte de la gente allí concentrada eran jóvenes estudiantes de entre 18 y 20 años, así como jóvenes activistas sindicales.

«Primero empezaron a disparar desde los tejados. Antes de que la gente pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando llegaron helicópteros armados que empezaron a disparar a la multitud, sin que mediara ningún tipo de provocación».

El periodista cuenta que cuando los helicópteros abrieron fuego sobre la multitud y lanzaron bengalas para iluminar el lugar, la gente estaba totalmente aterrorizada, corriendo hacia las calles que salían de la plaza.

«Cualquiera que hubiera caído al suelo era pisoteado por la multitud», explica.

«Corríamos para evitar los disparos de los helicópteros, pero en la huída nos encontramos con soldados mexicanos vestidos con el uniforme de combate que, apoyados por carros de combate, bloquearon el paso de los que intentaban escapar de la plaza».

«Fue terrible porque no había escapatoria. Venían disparos de frente de los soldados a pie y por detrás de las metralletas de los helicópteros», relata Trevor.

Fue terrible porque no había escapatoria. Venían disparos de frente de los soldados a pie de calle y por detrás de las metralletas de los helicópteros

«La calle por la que estaba corriendo tenia un pequeño callejón a la izquierda y seguí a la gente por allí hasta llegar a una calle estrecha que desembocaba en el Paseo de la Reforma, por la que conseguí escapar».

«En Reforma la situación era surrealista», cuenta.

«La gente salía de los restaurantes y cines, caminando por el paseo sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo a tan sólo 800 metros».

A punta de pistola

Tras su huída, Trevor se dirigió al hotel en el que se alojaban los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), donde se encontró con otros periodistas extranjeros que estaban en la Plaza de las Tres Culturas momentos antes de la matanza.

Articulo publicado por el diario London Evening News tras la matanza de Tlatelolco

El diario británico London Evening News publicó diversos artículos sobre la matanza de Tlatelolco.

Según le contaron, fueron sacados de la plaza a punta de pistola poco antes de que empezase la masacre para ser llevados a habitaciones de casas en las inmediaciones. Allí fueron retenidos hasta que todo acabó, por lo que no pudieron ver nada.

«A un periodista australiano las autoridades le dijeron que si informaba de lo sucedido le sacarían del país en el primer avión», recuerda el periodista británico.

Pocas horas después de los terribles acontecimientos, la historia firmada por Robert Trevor salió publicada en la portada del London Evening News.

«Conté lo que vi y oí. Expliqué que el jefe de la policía de México, Luis Cueto, afirmó en una rueda de prensa que los fallecidos habían sido 25, entre ellos siete soldados, algo que yo sabía que no era cierto, ya que vi a mucha más gente que fue blanco de disparos. Yo creía que los fallecidos podían llegar a los 200».

El día después de la matanza, Trevor volvió a la Plaza de las Tres Culturas para ver si podía seguir con la historia.

A un periodista australiano las autoridades le dijeron que si informaba de lo sucedido le sacarían del país en el primer avión

Según cuenta, se le acercaron dos estudiantes que se ofrecieron a acompañarle a conocer a gente que no había visto a sus familiares desde la noche anterior.

Una mujer le explicó que había ido a la policía a informar de la desaparición de su hijo. Ellos le pidieron que les llevara el pasaporte y todos los documentos y cartas de su hijo para poder hacer una investigación a fondo.

Así lo hizo y al cabo de unas horas volvió a ver si tenían noticias de su hijo. Le dijeron que no debería molestarles más porque en realidad nunca tuvo un hijo. Éste nunca existió.

«Esa historia no la olvidaré jamás».

«Horrorizados»

«Estábamos horrorizados. Nunca había visto nada de esta magnitud en mi vida. He vivido los bombardeos aéreos de Londres en los años 40 y eso fue bastante suave comparado con la ferocidad de los soldados mexicanos esa noche», relata Trevor.

He vivido los bombardeos aéreos de Londres en los años 40 y eso fue bastante suave comparado con la ferocidad de los soldados mexicanos esa noche

Una semana después de la matanza, según cuenta el periodista, «la atención de todo el mundo estaba centrada en la inauguración de los Juegos Olímpicos».

«Al fin y al cabo todos estábamos allí para cubrir las Olimpiadas».

Trevor, que desde entonces no ha vuelto a México, describe con contundencia los terribles eventos que le tocaron vivir ese 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco: «Sin duda fue la noche más terrorífica de mi vida. No ha sido fácil volver a leer los artículos que escribí sobre ello porque me traen a la mente todos esos malos recuerdos».

Bañuelos: «envejecimos mil años»

Redacción BBC Mundo

Soldados en un operativo de seguridad en octubre de 1968
Escribí (poemas) dado que los medios periodísticos no daban fe de lo que estaba pasando
Juan Bañuelos

Es difícil imaginar que una matanza pueda inspirar un poema. Sin embargo, muchas han sido las líneas que se han escrito para impedir que el olvido borre la masacre de Tlatelolco, líneas como las del poeta mexicano Juan Bañuelos: «El 2 de octubre de 1968 envejecimos mil años, aunque todo sucedió en una sola tarde«.

Después de 40 años, el escritor, Premio de Poesía de la Casa de las Américas 2004, evoca aquella funesta tarde.

«El 2 de octubre de 1968 lo recuerdo con mucho dolor», le dijo a BBC Mundo.

«Yo vivía en Tlatelolco, en el edificio Hidalgo. Antes de irme a la manifestación, me di cuenta de que en la entrada del edificio ya había un estudiante herido», relató el autor.

«Cuando iba a subir a mi apartamento, en el quinto piso, me agarraron unos policías vestidos de civil como si yo hubiera sido el responsable de la agresión al estudiante», continuó el poeta.

«Me llevaban por la calles cuando pasó una camioneta con estudiantes y amigos, quienes me gritaron: ‘Bañuelos vente porque andamos recogiendo heridos’, pero no era que estuvieran recogiendo víctimas sino que estaban huyendo con una bandera blanca», dijo el Premio Nacional de Poesía 1968.

(…) Una mujer descalza, cubierta la cabeza con un rebozo negro, espera que le entreguen a su muerto. 22 años.

Politécnico.

Un hoyo rojo en el costado (…)

Tras darse cuenta de que Bañuelos no estaba involucrado en la violencia, la policía lo dejó en libertad. El poeta logró unirse a sus amigos y con el objetivo de escapar de Tlatelolco, atravesó los rieles del ferrocarril, «con el riesgo de que en ese momento pasara un tren».

«Pasados los días presencié tiroteos y cuando volví, encontré a muchos heridos. Ya el escándalo era terrible».

El número de muertos -30 según el gobierno y más de 300 según grupos defensores de derechos humanos- produjo lo que Bañuelos llama un «pánico moral».

Tras la matanza, el autor escribió una serie de poemas que agrupó bajo el título: «No consta en actas».

«Es lo que escribí dado que los medios periodísticos no daban fe de lo que estaba pasando», dijo Bañuelos.

Latente

Según Bañuelos, la matanza de Tlatelolco se veía venir por la existencia de movimientos sociales y estudiantiles que se organizaron para enfrentar «los malos gobiernos» que México había estado padeciendo desde hacia varios años.

Tanques del ejército mexicano patrullaban las calles en 1968. Archivo de El Universal

De acuerdo con Bañuelos, la represión se intensificó en 1968.

El incidente de octubre de 1968 no fue un «hecho gratuito», indicó el poeta, pues desde 1956 habían comenzado las movilizaciones populares, en las que participaban docentes, trabajadores de ferrocarriles, médicos y otros sectores de la sociedad mexicana. «Todos ellos reprimidos por el delito, de acuerdo con el gobierno, de disolución social», dijo el poeta.

Sin embargo, la tensión se intensificó a mediados de 1968, pues -según el escritor- la represión se hizo más fuerte contra las manifestaciones estudiantiles.

En 1978, Bañuelos escribió un poema, «Radiografía», que como lo indica el autor da una idea de cómo lo marcó esa matanza.

«El 2 de octubre de 1968 envejecimos mil años, aunque todo sucedió en una sola tarde. La memoria, vacía desde entonces, se llena a veces de un vago tiempo humano«.

Matanza de Tlatelolco: ¿cuarenta años… de qué?

Protesta para esclarecer qué pasó en Tlatelolco Fue una matanza sin caras. Decenas de muertos que nunca fueron identificados, investigaciones que no dieron resultados, culpables sin castigo y víctimas sin justicia.

Los interrogantes y las heridas siguen hoy casi igual de abiertas que aquel trágico 2 de octubre de 1968.

Pero algunas voces en México creen que, después de tanto tiempo, es mejor pasar página y dejar a un lado este suceso que hasta ahora ha sido indescifrable.

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Por eso lo invitamos a completar este interrogante: en 2008 conmemoramos cuarenta años ¿de qué?

¿De injusticia, conformismo, olvido, corrupción…?

¿Debe la sociedad mexicana insistir en buscar responsables o es mejor aprender la lección y simplemente mirar hacia adelante?

Tal vez usted no es mexicano pero sí recuerda algún importante suceso sociopolítico en su país que quedó sin resolver.

Cuando es así, ¿vale la pena revolver en lo ocurrido tantos años atrás o es mejor pasar página?

Envíe su opinión.

Publicado: 29-sep-2008 14:39 GMT

Fuente:BBC Mundo

2 respuestas

  1. Méjico, 1968:
    Matanza en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco)

    Méjico, 2 de octubre de 1968. Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz liquida a sangre y fuego la revuelta estudiantil, entre 300 y 500 jóvenes mueren masacrados por disparos del Ejército en la Plaza de Tlatelolco, también conocida como Plaza de las Tres Culturas. Más de 6.000 son detenidos.

    Durante los últimos 33 años, los diferentes gobiernos del PRI mantuvieron la tesis oficial de que fueron los estudiantes quienes iniciaron los tiroteos con francotiradores colocados en los edificios de la plaza. Esa versión fue rebatida por muchos de los protagonistas e investigadores, los testimonios hablaban de lo contrario: de agentes provocadores infiltrados, de gente vestida de civil con guante blanco en la mano izquierda que iniciaron el fuego indiscriminado.

    Las fotografías, proporcionadas por un informante anónimo a la corresponsal en Madrid de la Revista mejicana «Proceso», constituyen una prueba inédita e irrefutable de lo que era un secreto a voces: la matanza de Tlateloco fue un sangriento crimen de Estado. Muestran por primera vez las caras de los verdugos, y la acción de los hombres del guante blanco del Batallón Olimpia (siempre negada por el gobierno) así como la perfecta coordinación de éstos con el Ejército. Según el informante, las fotos fueron tomadas por un fotógrafo del gobierno lo cual pone de manifiesto la convicción de total impunidad con que actuaron los verdugos que dejan ser retratados; pero también demuestran que en los archivos oficiales del Estado mejicano debe existir la documentación más que suficiente para conocer las responsabilidades y hacer justicia.

    Una vez más, la lucha contra la impunidad en un país hispano puede contribuir no sólo a saldar la deuda pendiente con las víctimas y juzgar a los responsables de los crímenes de Estado; sino a destapar las tramas de la sangrienta represión que en Iberoamérica acaba siempre concluyendo en algún despacho oficial de los EEUU.
    Fotos inéditas de la represión

    En la serie de fotografías publicadas en la revista Proceso y en el diario El Mundo aparece cómo los estudiantes detenidos fueron torturados por los paramilitares y el Ejército. La secuencia se desarrolla en los sótanos del Edificio Chihuahua, situado en la plaza y recogen la detención y tortura de los líderes estudiantiles integrantes del Comité Nacional de Huelga.
    Testimonio de la familia de una de las víctimas:
    Romper el silencio

    Diana Rivera es hermana de una de las víctimas de Tlatelolco, su hermano Guillermo (Chomy) era un adolescente de 15 años en el momento de ser abatido y muerto por tres impactos de bala. Asistió al mitin de Tlatelolco sin pertenecer a ninguna organización.

    Ella también se dirigía hacia allí: «Sin embargo, ya no pudimos entrar a la plaza. Los soldados habían bloqueado la zona y nosotros nos quedamos atrás de los tanques. Unos jóvenes que huían nos dijeron: ÔEstán matando a todo mundoÕ. No había necesidad de que nos lo dijeran; nosotros escuchábamos los disparos y olíamos la pólvora.

    Pensamos en ese momento que la represión era más selectiva, que sólo se disparaba contra los dirigentes. No imaginábamos que el tiroteo fuera contra el grueso del mitin». Su hermano cayó herido de muerte tras los primeros disparos, supieron que lo habían trasladado a un hospital militar y que allí falleció, persiguieron a la ambulancia que transportaba el cadáver: «Aquella persecución fue una pesadilla, no sabíamos adónde llevaban el cuerpo.

    Seguimos a la ambulancia que entró finalmente al edificio del Servicio Médico Forense. Allí vi una de las cosas más espantosas de mi vida: las planchas eran insuficientes, por lo que estaban repletas de cadáveres amontonados, unos encima de otros. Había cuerpos de niños, de niñas, de mujeres embarazadas… Habría algunos 200 cadáveres de gente masacrada. La misma escena cuya foto vi después publicada en la revista ¿Por qué?, que dirigía Mario Menéndez. Esa foto yo la viví. Yo vi esa escena».

    Una mentira a cambio del cadáver «Los familiares de las víctimas estábamos apiñados en el vestíbulo del Médico Forense, en la puerta había muchos soldados y policías. Era difícil encontrar un espacio para sentarse. Familias completas llorando; hombres, mujeres, niños. Ahí, en el Médico Forense, nos dijeron que solamente podíamos sacar el cadáver de mi hermano si testimoniábamos, en el acta de defunción, que había muerto por otra causa. Teníamos que elegir: decir una mentira para poder llevarnos el cuerpo, o bien, quedarnos sin él por insistir en la verdad.

    No nos quedó más alternativa que dejar asentado que mi hermano murió por otras causas, ahorita ya ni recuerdo cuáles. Llevamos el cuerpo a un pequeño velatorio empezó a llegar gente: amigos, estudiantes de la vocacional que eran todavía unos niños. Llegó también una delegación del movimiento estudiantil. Nos ofrecieron 500 pesos que habían juntado en una colecta. No los aceptamos. Les dijimos que los guardaran para el movimiento.

    Ellos hicieron guardia ante el ataúd.» Diana considera que será imposible investigar los hechos basándose en actas ministeriales o en certificados de defunción, puesto que en aquel entonces los familiares fueron obligados a poner otras causas de las muertes. «Más que por las actas, la investigación tendría que guiarse por testimonios de los familiares de las víctimas. Pero entre nosotros nunca hubo contacto. No había esa conciencia del derecho que hay ahora.

    Y era tal el miedo a la represión, que los familiares prefirieron callar. Hoy es difícil imaginar el ambiente de terror que había en aquella época, cuando uno podía ser fuertemente reprimido por el solo hecho de asistir a una marcha.» Su esposo Daniel Molina indica que en los días posteriores a la matanza se vivía «un total estado de sitio», por lo que era imposible que los estudiantes realizaran reuniones o asambleas. «Todavía después del 2 de octubre a un compañero lo mataron por hacer una pinta.

    Lo mataron por la espalda, en la colonia Obrera. El shock psicológico que sufrió mucha gente fue tan grande, que muchos prefirieron olvidar los sucesos, desterrarlos definitivamente de su mente y creer la versión oficial del gobierno. Muchísima gente tuvo esa reacción. De manera increíble se había esfumado aquella solidaridad y apoyo al movimiento de los estudiantes.»

    Crónica del 68

    Las movilizaciones llegaron a agrupar a más de 180.000 personas, pese a estar amenazadas por blindados del Ejército. La matanza del 2 de Octubre de 1968 vino precedida de una escalada de enfrentamientos y se enmarcaba en un ascenso de luchas y organización del pueblo mejicano; los estudiantes incluyen en sus reivindicaciones la lucha por las libertades y la denuncia de leyes y actuaciones represivas que impunemente llevan a cabo las fuerzas policiales.

    El movimiento se va organizando y radicalizando ante la brutal represión. A finales de Julio, unidades del Ejército mejicano, ante la incapacidad de la policía son utilizadas para reprimir las manifestaciones estudiantiles. La tropa permanece en estado de alerta. La línea oficial del gobierno acusa al movimiento de influencias «extranjeras comunistas», pero las movilizaciones siguen en aumento.

    Las manifestaciones congregan a más de 180.000 personas, y junto a los estudiantes caminan ya trabajadores mejicanos. La CIA y el FBI están en el punto de mira de las denuncias del movimiento estudiantil, acusan a algunos profesores y estudiantes de trabajar para ellas. Se forma un Consejo Nacional de Huelga, se comienza a elaborar una lista de estudiantes desaparecidos que integra 25 nombres y se celebran marchas de los estudiantes que han de recorrer las calles junto a los carros blindados; todos los efectivos policiales y varios batallones del Ejército se han puesto en alerta, pelotones de infantería, ametralladoras… la embajada de EEUU la custodian dos pelotones y diez carros blindados.

    El 18 de Septiembre el Ejército ocupa la Universidad las personas detenidas en esas fechas suman 1.600 y se sigue empleando a los soldados. La masacre El 2 de Octubre se convoca un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Lo que reclaman los estudiantes es democracia: la derogación de un artículo del Código Penal, el llamado delito de opinión, la libertad de varios presos políticos, la destitución del jefe de la policía y el diálogo público entre el Gobierno y los estudiantes. Ya habían sufrido la represión, las detenciones y denunciaban la existencia de secuestrados y desaparecidos.

    La plaza comienza a llenarse, acuden también muchos obreros, niños, mujeres, que muestran su simpatía hacia las reivindicaciones del movimiento, pero los carros blindados del Ejército convierten el lugar en una ratonera, cuando comenzaron los disparos nadie podía escapar de allí. El gobierno intentó ocultar el número de víctimas, la prensa extranjera habló de 500 muertos. Sus familiares se vieron obligados a certificar otras causas de defunción para poder recuperar los cadáveres.

    La censura se volvió férrea. Hubo 6.000 detenidos, 2.000 fueron encarcelados, algunos de ellos durante varios años; sin juicio, o con procesos amañados y sin garantía alguna de defensa. El gobierno culpó a «elementos nacionales y extranjeros», los acusó de terroristas y desencadenó una brutal represión que obligó a muchos a exiliarse o abandonar la universidad y que se extendió durante los años posteriores.

    La mano del Imperio

    La lucha contra la impunidad no es una batalla del pasado, la mano del Imperio sigue estando detrás de las agresiones contra la libertad en cada rincón del planeta

    La historia de Méjico ha sentido muy de cerca la vecina presencia de los EEUU. En el siglo XIX, la mitad de su territorio le fue arrebatado tras sucesivas guerras e invasiones. La intervención norteamericana ha sido constante y durante varias décadas sus servicios secretos se concentraron en la persecución y eliminación de líderes y movimiento revolucionarios.

    El periódico mejicano Excelsior, publicó hace unos meses las conclusiones de un informe de la CIA, fechado en 1975, según el cual el presidente mejicano Gustavo Díaz trabajaba en total sintonía con la CIA desde que ocupó el cargo de ministro de gobernación. La agencia norteamericana presentaba informes diarios a Díaz para la eliminación de líderes revolucionarios.

    En el reportaje de Excelsior también se da cuenta de la participación directa de la CIA y el FBI en el clima de terror creado en 1968: «Quien sí intervino en los sucesos de 1968, además de la CIA fue nada menos que el FBI. En 1968 la actividad terrorista del FBI se intensificó como parte de una ampliación de las operaciones de contrainteligencia en México y, según memorándum de Hoover fechado ese año y enviado al agregado jurídico: «es imperativo preservar a toda costa su cobertura, aunque se tenga que abandonar el plan de intimidación de líderes subversivos».

    El movimiento estudiantil denunció sistemáticamente la intervención de agentes infiltrados que trabajaban para la CIA; durante esos años fueron constantes las desapariciones, los secuestros y el ametrallamiento de jóvenes a la salida de los colegios universitarios desde coches camuflados que actuaban con total impunidad; a ciencia cierta que muchos de ellos eran del FBI.

    Deben conocerse todos los documentos que implican no sólo a los altos cargos del corrupto régimen del PRI, sino a los responsables últimos de Washington. La lucha contra la impunidad de los crímenes habidos en toda Iberoamérica ha de seguir avanzando hasta destapar todas las tramas que EEUU ha extendido para imponer el terror como método imprescindible en la expansión de su imperio. Pero nadie debe engañarse, esta no es una batalla del pasado para hacer justicia con las víctimas; la mano negra del Imperio sigue medrando hoy en cada rincón del planeta y lo seguirá haciendo hasta que la lucha de los pueblos por la libertad y la justicia los ponga a buen recaudo.
    Fuente: Beatriz Muñoz.

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  2. tengo 17 años, me han dejado una tarea de tema libre que pensara que había marcado la historia en México, siempre supe de este acontecimiento pero jamás le di importancia, me parece sorprendente como en esos tiempos las cosas funcionaban y que triste es saber que la gente no supo reaccionar correctamente ante estos echos. El gobierno nunca debió de haber dejado pasar tantas cosas empezando por el echo de que ellos lo iniciaron todo ojala que se haga justicia y que se de a conocer la verdadera historia y se le de la importancia que se tuvo.

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