«El billete de 500 ¡se lo dejo a los españoles!»

La tarjeta de crédito no le funciona y está de viaje, pero lo que sería un serio contratiempo para el resto de la humanidad para él es sólo positivo. «El dinero en efectivo está lejos de desaparecer ¡y tardaré en quedarme sin trabajo!». Robert Kalina (Viena, 1955) vive del dinero, aunque no quiere hablar de crisis. «Eso se lo dejo a los economistas», bromea.

El Banco Central Europeo (BCE) le eligió en 1996 para diseñar los billetes de euro. La selección fue una carrera de obstáculos. Compitió contra otros 44 bocetos y también contra las restricciones impuestas por el jurado: no debía aparecer nada que identificara ninguna nación europea, para evitar celos.

Mientras otros muchos esbozos recogieron en los billetes personalidades europeas importantes reflejadas en retratos anónimos, Kalina apostó por las metáforas: puertas y ventanas en el anverso de los billetes para simbolizar el espíritu de apertura de Europa y puentes en el reverso como sinónimo de unión. ¿De verdad cree que el dinero une y abre puertas? «Con el euro ahora puedo pagar en muchos lugares con independencia de cuál sea mi país de origen», argumenta.

Tímido y parco en palabras, Kalina sólo se independiza de su intérprete (habla alemán) para chapurrear que su café lo quiere «con leche». Huye de protagonismos y dice no sentir frustración porque su trabajo pase inadvertido. «Lo que hago no es una obra de arte, es sólo diseño gráfico». Su billete favorito es el de 20 euros, porque el azul es su color preferido. ¿Y no elige el de 500 euros? «¡Ése se lo dejo a los españoles!», bromea al recordar que España es uno de los países con mayor demanda de billetes de 500. ¿Qué le sugiere? «Que aquí habrá más problemas para conseguir cambio…».

La cita tiene lugar en una cafetería próxima al Banco de España donde Kalina ha rodado algunas de las escenas de un anuncio que protagoniza para promocionar la obra social de Ibercaja. «Cuando nació el euro me convertí en un personaje popular. Me sorprende que años después mi trabajo siga suscitando interés». Además del euro, ha diseñado los billetes de Bosnia, Azerbaiyán, Malaisia y Siria. Como profesional, su mayor reto sería lavarle la cara al dólar. «Es un billete que siempre ha sido viejo. De hecho, ya nació anticuado». Pero que se sepa, de momento, la Reserva Federal no le ha hecho ninguna oferta.

En el diseño de un billete el contenido debe supeditarse cada vez más al continente. La mejora de las técnicas de reproducción digital de imágenes supone una amenaza para la seguridad al facilitar la falsificación de billetes. Kalina dice que no siente lo mismo que un cantante cuando ve su disco en el top manta, «yo no me llevo derechos de autor», pero sí le da rabia cuando se detecta una partida de billetes falsos. «Sólo me enfado si la falsificación es mala. Si es buena intento aprender cómo lo han hecho para mejorar la seguridad».

Kalina se siente más un diseñador que un artista. De hecho, se le ve bastante al margen del mundo del arte. Al pedirle su opinión acerca de Damien Hirst, el polémico artista británico cuyas obras se han vendido por cifras astronómicas, no tiene reparo en reconocer que no sabe quién es.

A Hirst tampoco le debe de sonar el nombre de Kalina, aunque es seguro que tiene muchas obras suyas guardadas en su inmensa cuenta corriente.

David Fernández, El País.

Círculo de Bellas Artes. Madrid

– Agua mineral: 1,80

– Coca Cola: 2,00

– Café Expresso: 1,70

Total, con IVA: 5,50 euros

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